Mariano Rajoy es un náufrago de su propio partido. La última encuesta del diario ‘El País’ solo tiene el consuelo para el PP de que el partido de la oposición está en las mismas aguas profundas. Gana la desafección hacia la política.
La misma realidad que invoca Rajoy para hacer lo contrario de lo que prometió le está sepultando. Pero la alternativa es el vacío. Gana UpyD, constituido en un partido antisistema, e Izquierda Unida que serpentea en tierra de nadie.
Los votantes de Rajoy no se fían de él. Y en las baronías del partido se oye el grito de «sálvese quien pueda». Esperanza Aguirre vuelve a enredar, ahora henchida de gozo por la llegada de Adelson a Madrid. El empresario más ultraconservador que no quiere sindicatos en sus casinos; Esperanza tampoco en sus hospitales. Tienen la misma sangre que financia el ala más conservadora del Tea Party norteamericano.
Rajoy siempre da pistas aunque no facilite respuestas. «Eurovegas es la constatación de la confianza que existe en las reformas». Sentencia trágica. Solo hay que leer el ‘New York Times’ para saber como trabajan los casinos de Adelson. La derecha católica española confía en el juego para salir de las crisis. Rouco Varela guarda silencio, tal vez porque confíe en que los ludópatas acudan a misa los domingos.
El precio del rescate será todavía más doloroso que las recetas ya impuestas. Y la desafección hacia Rajoy ganará enteros en la confianza de que antes de las elecciones las ruletas den esplendor a la nueva especulación inmobiliaria. Más de lo mismo con lo mismo.
La Investigación y desarrollo tendrá que esperar al siglo XXII. El sol de España va a terminar por rematarnos y Rajoy se va a ir por el desagüe que el mismo está impulsando.
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Carlos Carnicero