Es rotundamente falso que la campaña electoral comenzara a las cero horas del pasado viernes. Había empezado bastante antes. Hace ya cuatro años.
Durante todo ese tiempo no hemos escuchado más que insultos y descalificaciones, y hemos asistido a innumerables episodios de crispación y combates ajenos a los intereses de los ciudadanos. A penas se han visto políticas municipales y autonómicas en pos de la creación de empleo y, en cambio, han desaparecido casi por completo las acciones sociales. De diálogo social se ha pasado a enmudecimiento general.
Estos cuatro años han sido como una jaula de grillos donde, casi nadie, ha hecho el papel que le correspondía y de lo único que se han preocupado ha sido de hacer más ruido que el adversario. Han matado el debate.
Ahora con la campaña electoral en su primera mitad, nos habría gustado que se contrastaran ideas y programas, pero no hay ni lo uno ni lo otro. Si el voto, como parece lógico, dependiera de los proyectos que ofertan los candidatos, no votaría nadie porque, lejos de informarnos, se dedican lanzarnos mensajes apocalípticos.
En el total despropósito, los partidos parecen haber perdido la más mínima señal de humanidad para con los ciudadanos y han decidido sacar a pasear a los “ex”. González y Aznar prometen contaminar más todavía el ya enrarecido ambiente y, con ello, alejarnos del verdadero debate. A lo mejor todo está premeditado y es lo que pretenden.
La campaña electoral va a ser el “digno” colofón a una legislatura municipal y autonómica caracterizada, como se mencionaba anteriormente, por la falta de ideas y exceso de crispación. Por ello se antoja escaso el día sábado 21 de mayo como Jornada de Reflexión.
Tal y como han venido estos cuatro años, los ciudadanos necesitamos, que dejen de hacer ruido y, como mínimo, quince días para reflexionar. Sería de agradecer.
Editorial Estrella