A los aficionados del Real Madrid nos ha venido una época en la que nos toca sufrir. A pesar de tener una de las mejores plantillas de todos los tiempos, resulta que el Barcelona la tiene superior. Aunque nos duela a los madridistas es la dura realidad.
Claro que si esto fuera así en estado puro, el sufrimiento vendría acompañado de resignación porque no cabría otra cosa por mucho dolor que nos causara. Lo malo para el madridismo es que, reconociendo que el Barça es mejor, se observa que el desequilibrio no ha llegado por el juego de los culés. Al menos en los dos últimos partidos.
Cuesta pensar que haya una conjura en los despachos de la UEFA para que gane el Barça y pierda el Madrid. Pero, y sin intención de darle la razón a Mourinho, los arbitrajes de las semifinales dejan muchas dudas sobre el césped. Puede decirse que los de Florentino han jugado siempre en inferioridad numérica aunque, como ayer, no les expulsaran a ningún jugador.
Efectivamente lo más fácil es culpar al árbitro, pero lo de Stark y De Bleeckere lo que ha conseguido es engrandecer la derrota del Real Madrid y empequeñecer la victoria del Barcelona. Ya sé que esto no consuela porque no seremos nosotros quienes estemos en Wembley, pero a lo mejor allí, Guardiola y compañía se encuentran con la misma medicina. Aunque sinceramente no lo creo porque de lo contrario no se habrían hecho tantos esfuerzos para que llegaran a la Final. Pobre Manchester.
Y todavía hay que escuchar a Alves decir que el Real Madrid “no sabe perder”. Desde luego así no sabe perder, pero va a tener que aprender a sufrir durante muchos años. No queda otra. La UEFA parece que lo tiene claro.
Alfonso García