viernes, abril 19, 2024
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Botellón para adultos

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Ya conozco eso de: “De buenas cenas están las sepulturas llenas”. Eso dice el refranero popular. Pero habla de cenas abundantes, no de reuniones amistosas con intercambio de opiniones y frugales alimentos. Esta es una costumbre muy antigua que opino no debería perderse.

Ahora el tema se pone cada vez más difícil. A la próxima prohibición sobre el tabaco en vez de regular su consumo, resulta que en cualquier restaurante medio, no estamos hablando de establecimientos de cinco tenedores, algo tan nuestro como es el vino es un artículo de lujo. Si en el supermercado de la esquina una botella de Rioja o Ribera crianza, no reserva, cuesta por ejemplo 3 Euros, a cien metros, en los citados restaurantes se quintuplica su precio. Debe ser por la utilización del antiguo sacacorchos y lo peligroso del trámite, lo cual quiero pensar que requiere un seguro para manipularlo o que tal artilugio lo tienen en leasing.

En esta situación propongo aprender de nuestros hijos y realizar lo que dice el titular: botellones para adultos. Lo suyo fue una reacción ante los precios de las discotecas. Es la hora de actuar nosotros.

Un kit de botellón para adultos lo compondrían: vasos de cristal, platos, manteles, cubiertos, entremeses, tortillas varias, un postre, vinos, puros o cigarrillos, ceniceros y una buena conversación. Todo este reducido equipo, que cabe en una pequeña maleta, es una concesión a nuestras costumbres y a la educación que hemos recibido. No la que hemos sabido transmitir a la vista de cómo se desenvuelven las nuevas generaciones. Pero eso ya no importa. Lo básico es mantener la dignidad y las buenas costumbres.

Me dirán, según la zona donde habitan, que en invierno los prejubilados y jubilados se quedarán helados. A lo cual les contestaré que lo que están ya congelados son sus haberes y pensiones. Así que se encuentran condenados a permanecer en su casa y ver cualquier tontería por la tele, cuando no es una serie de forenses que son muy eficaces para quitar el apetito. Pero lo del frío ambiental se arregla con unas pequeñas estufas de gas. A ser posible municipales. En el caso peor existen los camping-gas. Lo difícil es descongelar lo de los dineros.

Por ello solicito a los Ayuntamientos que acoten en todas estas zonas verdes a las que son tan aficionados y que generalmente sirven para todo tipo de trapicheos, unos espacios con mesas, bancos y luces como los que ya existen en muchas ciudades del mundo. Si además ponen carpas, seguridad y estufas, les votaremos. Estos oasis de tolerancia seguro que podrían estar patrocinados por prestigiosas empresas, pues el público será cabal y agradecido.

Será una gozada decir a hijos y nietos: “Vuestra madre y yo nos vamos de botellón” a lo cual seguro que nos contestarán: “No vengáis muy tarde”.

Sólo por eso merece la pena la iniciativa.

 

Paco Fochs

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