Dos derrotas de un equipo grande como Madrid o Barcelona lanzan al ruedo al negro toro de la crisis. Hay ocasiones en que el morlaco tiene dos pitones astifinos y el muletero es torpe. Cuando el diestro, además de valiente, es experto en lidias importantes, bastan dos mantazos por la cara y media con vómito para acabar la corrida y recibir aplausos.
Da la impresión de que en el Bernabéu no saben manejarse como en Las Ventas y ante las primeras tarascadas se refugian en el burladero. Calderón recurre a faenas de aliño para quitarse el toro de encima, y sus peones, especialmente Mijatovic, no saben lidiar.
Para rematar, el entrenador, el diestro que encabeza la terna, hace lo posible por echarse al público encima. Cuando tercia suele hacer malos tercios. Hay que comenzar a hacer colección de sus torpes intervenciones. Cada vez que habla es como si en banderillas pasara en falso, las echara a tierra o las clavase en la barriga del toro.
Con todo, el problema principal está en los artistas. A la cuadrilla parece que le están faltando en demasía los mejores matadores. Echan en falta quienes en el peor momento se ganan los aplausos del personal.
De todas maneras, la feria no ha hecho más que comenzar y de aquí al final de la misma quedan muchas tardes para cortar orejas. Toda la crisis de la que ahora se habla puede cancelarse si dentro de unos días se cortan orejas en la principal plaza a la que hay que acudir. Ganar en el Camp Nou echaría por tierra toda clase de malos augurios que se ciernen ahora sobre el Madrid.
En el fútbol, como en los toros, hay tradición de quite del perdón. Futbolísticamente consiste en cortar orejas ante el «vitorino» de la tarde. En este caso, el Barça.
El Madrid es cuarto en la tabla, lo que tampoco, de momento, proporciona muchos pitos. Lo de Getafe, a fin de cuentas, sólo fue puntazo corrido.
Julián García Candau