jueves, abril 25, 2024
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El rey Juan Carlos mueve ficha

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El archivo por parte de la Fiscalía del Tribunal Supremo de las investigaciones abiertas al rey Juan Carlos por sus negocios en el extranjero había abierto muchas incógnitas ante la posibilidad de que volviera a España desde Abu Dabi, a las cuales el propio emérito ha tratado de dar respuesta este lunes.

Para hacerlo, ha dirigido una carta a su hijo Felipe VI, el actual jefe del Estado, con fecha 5 de marzo, en la cual marca los parámetros de su retorno, en principio no inmediato ni definitivo, confirmando su voluntad de conservar su residencia en el emirato que le acoge desde agosto de 2020.

Con este movimiento, el anterior monarca abre del todo la hasta ahora entornada puerta de su vuelta, sin concretar fechas, y establece sus propios límites con un catálogo de posibilidades de futuro.

De todas ellas, solo queda zanjado su compromiso de seguir retirado de la vida pública y no volver al Palacio de la Zarzuela.

Se trata de uno de los aspectos más delicados que su regreso planteaba a la Casa del Rey. Deja claro su preferencia de residir «en ámbitos de carácter privado para continuar disfrutando de la mayor privacidad posible».

En esta especie de «automanual» para el regreso a España sus demás intenciones abren un amplio abanico de escenarios, que van desde los viajes para visitar «con frecuencia» a la familia y amigos hasta un hipotético futuro en el que «volviera a residir en España».

Por ahora, se quedará en Abu Dabi; y es significativo que él mismo remarque en la carta que «en este momento» prefiere seguir allí «por razones que pertenecen a mi ámbito privado y que solo a mí me afectan».

Lo dice después de revelar que el archivo de las investigaciones le han llevado a considerar su «regreso» a España «aunque no de forma inmediata». Así deja en el aire tanto la posible fecha de su regreso, bien sea para esas visitas a familiares y amigos, bien sea para instalarse definitivamente.

Pero entre este mapa de intenciones cruzadas y propósitos para ahora y para el futuro también hay otras señales que obedecen a un ámbito más emotivo donde don Juan Carlos también mueve ficha, hasta el punto de evocar sus históricas palabras de disculpa de 2012 tras su accidente en Botsuana: «Lo siento mucho, me he equivocado y no volverá a ocurrir».

De otro modo, en este caso hace notar el impacto que ha ocasionado aquello que le ha tenido en primera línea de los medios de comunicación, muy a pesar de Zarzuela.

Un daño para la institución y la opinión pública que asume con un largo párrafo en el que de modo muy revelador añade toda una reivindicación de su papel histórico como anterior jefe del Estado.

«Soy consciente de la trascendencia para la opinión pública de los acontecimiento pasados de mi vida privada y que lamento sinceramente», dice el rey emérito, pero en la misma frase se refiere al «legítimo orgullo» que siente por su contribución «a la convivencia democrática y a las libertades en España, fruto del esfuerzo y sacrificio colectivo de todos los españoles».

De este modo recoge a un tiempo las dos caras de su trayectoria: la de su polémica vida privada y la de su papel al frente de la Corona.

Más allá de la compleja redacción de la carta del rey Juan Carlos a su hijo, el comunicado de Zarzuela que la hace pública dos días después incluye la escueta respuesta de Felipe VI, muy acorde con el lenguaje y el tono habitual de la Casa.

«Su Majestad el Rey respeta y comprende la voluntad de Su Majestad el Rey don Juan Carlos expresada en su carta». Con este breve mensaje, don Felipe toma nota. 

Antonio del Rey

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