Con este ajuste despedimos el horario de invierno, vigente desde el pasado 20 de octubre, y damos la bienvenida al nuevo horario de verano y a los días con más luz.
Tendremos que adelantar el reloj una hora: a las 02:00 serán las 03:00 h
Pero, ¿cuáles son los verdaderos origen y motivo de este cambio horario? Los inicios se remontan a la Primera Guerra Mundial. Alemania fue el primer país en implantar esta medida para reducir las horas de iluminación artificial y así ahorrar carbón, que después se podría utilizar en la guerra. Pronto, los países vecinos se sumaron a esta práctica. En la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos hizo lo mismo y obligó a todos los estados a instaurar el cambio horario para ahorrar energía.
Pero no fue hasta 1974, cuando se produjo la primera crisis de petróleo mundial, que este sistema se popularizó e instauró de forma definitiva en varios países industrializados, entre ellos España. Estos se dieron cuenta de que si se adelantaba una hora el reloj, se aprovechaba más la luz natural y, por tanto, se consumía menos energía.
El caso de España es diferente, pues, junto a Venezuela, se trata del único país del mundo que vive en una hora que no le corresponde. ¿El motivo? Durante la Segunda Guerra Mundial, España y el resto del continente se ajustaron al horario de Berlín. Una vez finalizado el conflicto, nuestro país, a diferencia del Reino Unido y Portugal, no volvió al huso horario que le correspondía (Greenwich), lo que hace que vivamos a día de hoy una hora por encima de lo que realmente nos correspondería por situación geográfica.
Horario de verano: ¿beneficioso o perjudicial?
El ajuste de los relojes para el horario de verano e invierno siempre ha tenido detractores y defensores. En materia económica, según el Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDAE), el ahorro energético obtenido puede alcanzar los 300 millones de euros, de los cuales 90 corresponden a hogares. Es decir, cada hogar ahorraría una media de 6 euros.
Además, un estudio encargado por la Comisión Europea concluyó que los efectos de este ajuste horario son positivos, no en relación con el ahorro, sino sobre otros sectores como el transporte, las comunicaciones o el turismo.
A pesar de estas cifras, no todo el mundo está de acuerdo. Según los detractores, el impacto energético del cambio horario estacional es muy reducido y, además, puede afectar a la salud de las personas: la falta de sueño, junto con variables como la luz o la temperatura, pueden provocar alteraciones en nuestro ritmo fisiológico, lo que favorece la aparición de trastornos alimentarios y del sueño.
Según los críticos, el cambio de horario de verano, además, agrava el hecho de que en España ya vivamos una hora por delante de lo que realmente nos correspondería, lo que podría acabar afectando a nuestra productividad.
Esta teoría ha sido desmontada por varios expertos, que alegan que la productividad nada tiene que ver con el desfase horario. Es el caso de José María Martín Olalla, físico y profesor titular en la Universidad de Sevilla, quien afirma: “La productividad no está correlacionada con el desfase horario […] no quiero decir que el dato español sea bueno ni que nos debamos conformar con él; tampoco que no exista presentismo ni que no podamos mejorar o empeorar en productividad. Solo quiero señalar que la productividad no parece influenciada mucho por el desfase horario”.
El debate continúa encima de la mesa. Por el momento, este fin de semana, nos toca dormir una hora menos.
Redacción