viernes, octubre 4, 2024
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Lenin sería hoy padrino de la posverdad, según su biógrafo, Victor Sebestyen

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En una entrevista, el historiador dibuja a Lenin como «un fenómeno político verdaderamente moderno, tan familiar para nosotros tanto en las democracias occidentales como en las dictaduras, que en su búsqueda de poder, lo prometió todo».

Para Sebestyen, «Lenin ofreció soluciones simples a problemas complejos, mintió sin vergüenza alguna y los expertos hoy le reconocerían como el padrino de la política de la posverdad».

Periodista y especialista en historia rusa, Sebestyen señala que «Lenin es una figura en la que todos, quienes le admiran o le desprecian, pueden coincidir, en que cambió el mundo y que su influencia sigue vigente hoy en día».

En opinión de quien fuera corresponsal de The New York Times en la Europa del Este, «fue la revolución de 1917 la que definió el resto del siglo XX: el fascismo como reacción a los bolcheviques, la Segunda Guerra Mundial y la Guerra Fría» y añade: «Lenin vive hoy en la que se convertirá en la nación más poderosa del siglo XXI, China, que quizás no sea lo que consideremos una economía comunista, pero la política china es indudablemente leninista, comenzando por su líder, el presidente Xi Jinping».

En «Lenin» (Ático de los Libros), que se publica en el 150 aniversario de su nacimiento, Sebestyen revela aspectos inéditos del líder comunista sobre sus primeras campañas contra la iglesia ortodoxa después de 1917, y sobre los primeros activistas de la Checa, que posteriormente se convirtió en la KGB.

El autor ha podido acceder a «nuevos materiales sobre su vida privada, sobre sus ‘ménage a trois’ con su esposa, Nadezhda Krúpskaya, y su amante, la camarada bolchevique Inessa Armand».

Además de haber podido consultar nuevas publicaciones en los archivos de la KGB, del antiguo partido comunista de la URSS y de la oficina del presidente, el autor también ha podido acceder a cartas y diarios de conocidos, amigos y enemigos de Lenin en su tiempo.

Considera que pocos aspectos quedan todavía inéditos de Lenin, entre ellos «un acto importante de su vida, que nadie ha podido comprobar hasta ahora: Lenin siempre negó haber ordenado el asesinato del zar Nicolás Romanov y su familia, pero la mayoría de los historiadores están convencidos de que, en efecto, dio la orden».

Sebestyen piensa que «dio esa orden probablemente de forma verbal y a su camarada más cercano, Jakov Sverdlov, pero nunca se ha encontrado ni pista ni prueba escrita de ello».

Además del Lenin ideólogo, la biografía descubre a un Lenin más íntimo, humano e incluso protoecologista, que ama la naturaleza: «Según su propia leyenda, era frío como el hielo y desinteresado en todo lo que no fuera establecer la revolución, pero en realidad era un hombre muy sensible».

Las cartas a su madre y hermanas describen paseos a lo largo de riberas y a través de sus Alpes favoritos.

«Tenía -según Sebestyen- la sensibilidad para escribir líricamente sobre la naturaleza», pero eso no quita que fuera «un hombre despiadado, capaz de matar para su beneficio político y la creación de un Estado tiránico».

Según el autor, esa esfera personal influyó en sus decisiones políticas: «La ejecución de su hermano cuando Lenin tenía 17 años tuvo un impacto profundo en su visión política, también la expulsión de su familia de la sociedad de clase media, que le llevó a una aversión hacia la burguesía liberal».

Las ideas leninistas no solo están hoy presentes en China, sino en «cualquier proceso hacia el poder», como en la ultraderecha en Europa e incluso algunos grupos islámicos han estudiado el libro más importante de Lenin «¿Qué hacer?», como demuestra que el ejército de Estados Unidos encontrara esta obra en los ordenadores tras realizar una redada en los campos de entrenamiento del ISIS, sostiene.

Sebestyen piensa que poco habría cambiado si Lenin no hubiera muerto prematuramente y hubiera liderado la URSS más tiempo. «La historia se hubiese repetido», algo que contradice «una narrativa por parte de la izquierda en la que Lenin fue un hombre honesto, que se traicionó su revolución y luego fue destruida por el psicópata de Stalin».

A su juicio, esta visión es falsa, porque «Lenin creó todas las herramientas de opresión: la Checa; los campos de prisioneros que se transformaron luego en los Gulag; hasta las leyes bajo las que se argumentaron las purgas; Lenin creó a Stalin; y su peor crimen fue dejar a un hombre como él en la posición más fuerte para derrocarlo».

En el libro, Sebestyen describe a Lenin como alguien que «no era personalmente cruel, no de la forma en la que fue Stalin, nunca fue físico ni violento, y no quería escuchar nada sobre ningún acto de violencia, lo contrario que Stalin, que quería escuchar todos los detalles sobre cómo algunos de sus enemigos habían muerto, qué hicieron y dijeron en sus últimos momentos».

Lenin, que no usaba uniformes militares como otros, «sabía que asesinaban a sus oponentes, pero para él esas muertes eran estadística».

Tras esta obra, Sebestyen está escribiendo una biografía urbana, sobre su ciudad natal, Budapest, y posteriormente volverá a la historia soviética con «una historia narrativa sobre la revolución rusa».

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