viernes, marzo 29, 2024
- Publicidad -

‘Quiero ser monja’ o cómo topar con la Iglesia en TV

No te pierdas...

Descubrir si las monjas se duchan en bikini, si tienen agua caliente, si sólo comen purés o si se ríen alguna vez son, según las palabras de las cinco concursantes, los principales enigmas que querían resolver con su participación en 'Quiero ser monja', el reality que estrenará el próximo domingo Cuatro.

Alejandro Baltanás, director de Producción de Contenidos de Mediaset, cree que dicho espacio «no es un programa más», e incluso que «va más allá de lo religioso». Por todo ello tiró del dicho de «con la Iglesia hemos topado«, y quizás por ello confesó que «no hemos querido frivolizar».

Claro que esto último no se lo hubieran permitido las religiosas de las tres congregaciones que se han prestado a la idea, la de las Hijas de Santa María de Leuca, las Monjas Justinianas Canónigas Regulares y las Misioneras del Santísimo Sacramento y María Inmaculada, porque como precisó la delegada de Formación de estas últimas, la hermana Marían Macías, que cree que «este programa puede ser muy polémico, pero esperamos que haga bastante bien«.

Eso sí, la religiosa lo mismo dice que «ahora valoro más la televisión», que reconoce que «no sé si podría hacer otra temporada, porque ha sido mucho tiempo y sacrificio, mejor que inviten a otras hermanas».

Cinco jóvenes

Aunque Warner Bros ITVP España, la encargada de llevar a cabo el formato, no quiso precisar cuántas entrevistas habían realizado a modo de cásting, «no las contábamos pero hicimos muchas entre jóvenes que asistían a encuentros religiosos o a parroquias» (es la única productora que no lleva esa cuenta), al final han sido cinco las elegidas, pese a la oposición de una de ellas.

Y es que a María Fernanda, una chilena de 23 años que reside en Palma de Mallorca y que es auxiliar de enfermería, afirma que «no me apetecía nada ir al programa ni que me grabaran por los prejuicios que tenía hacia los canales de televisión y porque no sabía por qué quería hacer Cuatro este espacio».

Muchos menos problemas tenían Janet y Jaqui, dos hermanas barcelonesas, de 23 y 22 años, que han estudiado Comunicación Audiovisual y Filosofía, respectivamente, y que parece que han mamado en su casa la espiritualidad en la que han querido profundizar en el programa. 

Según Janet, «en nuestra casa se habla de espiritualidad, de amor, de valores y nuestra educación ha ido acompañada de temas interiores», mientras que su hermana señala que «la gente que no cree es porque desconoce», al tiempo que descubre que «Dios es amor, es mi mano derecha». 

No lo tenía tan claro Juleysi, estudiante de Patronaje y Moda de 20 años, que desde hace tres años sale con un chico y que dice que «antes del programa no estaba tan cerca de Dios y acepté entrar en él porque pensé que era mi oportunidad para aclarar esa duda».

Menos sin duda tenía Paloma, almeriense de 21 años estudiante de Educación Social, la única que dejó claro desde un principio que no iba a participar en ninguna rueda de prensa sobre el programa. Procedente de una familia de 13 hermanos, lleva vinculada desde hace muchos años a la Iglesia a través del Camino Neocatecumenal. Ella trata de vivir en la pureza y se muestra orgullosa abrazar los votos de castidad y obediencia.

Lo más duro

En lo que todas coinciden es en que les ha sorprendido, aunque para bien, el haber podido vivir como prenovicias (entre esta modalidad y la de novicia las mujeres que quieren ser monjas tienen que pasar nueve años antes de conseguir su objetivo), pese a que para llevarlo a cabo, por aquello de lo apretado del programa televisivo, les quitaron los móviles y su ropa, algo que no se hace desde un principio con las que pretenden serlo al margen de la televisión. 

Para María Fernanda, lo más duro fue «dejar la familia y que me quitaran mi ropa», mientras que para Janet fue «renunciar al móvil» y para Juleysi «el dejar a mi novio y luego, en idéntica proporción, el desprenderme del móvil, el maquillaje y la ropa«.

Menos unanimidad había en lo que esperaban encontrarse al llegar al convento, ya que ésta afirmó que «pensé que no tenían agua caliente«, Jaqui que «iba a comer todo el día purés, pescaditos y que iba a adelgazar varios kilos, pero al final he engordado», María Fernanda que «eran más serias y me sorprendió su felicidad, cómo pueden ser tan felices», y Janet «que comían sin sal, la dieta del bikini, pero luego había dos primeros, cuatro segundos y mil postres», sorprendiéndola el que «son personas que tienen un montón de actividades y trabajo, pero que también ríen, bailan, cantan».

A pesar de la grata experiencia vivida, ya que durante esos 60 días han estado en comunidades religiosas de Madrid, Alicante y Granada y han conocido tanto el entorno de un convento de clausura como una casa-cuna con más de 100 niños a su cargo y misiones en el Amazonas, ninguna de ellas dice haber tomado todavía una decisión sobre su futuro, sobre todo porque ahora todas valoran más todo lo que tienen y, sobre todo, sus familias, de las que no quieren separarse. 

Como dice la hermana Marian Macías, eso es algo normal porque «este proceso no es de la noche a la mañana, pero hemos creado lazos y las congregaciones seguimos comunicándonos y orando unas por otras». El problema, según ella, es que «los jóvenes necesitan encontrar el sentido a sus vidas«. A partir del domingo, la audiencia comenzará a descubrir si Juleysi, Paloma, Janet, Jaqui y María Fernanda lo han encontrado.

Relacionadas

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí

- Publicidad -

Últimas noticias

- Publicidad -