miércoles, abril 24, 2024
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El incendio de La Palma: un fuego de los más peligrosos que se recuerdan

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El incendio declarado el martes en una pequeña zona del municipio de El Paso no hizo saltar las alarmas de inmediato. Parecía un conato más que sería, como en anteriores ocasiones, rápidamente sofocado por los vecinos, pero esta vez un fuego inusual lo ha convertido en uno de los más peligrosos y graves que se recuerdan en la isla

Las temperaturas extremas que se daban en el Valle de Aridane en esos momentos de la tarde y sobre todo, las fuertes ráfagas de viento, se aliaron para provocar un incendio con graves repercusiones en la Isla Bonita.

Las llamas avanzaron en cuestión de minutos dirigidas por el fuerte viento en dirección oeste hacia Los Llanos de Aridane, arrasando todo lo que se encontraba a su paso.

Lo peor del fuego estaba en medio de centenares de viviendas, en zona preurbana, donde las pequeñas casas canarias, conviven con complejos de edificios, zonas industriales o incluso equipamientos sociales y educativos, como el Instituto de Enseñanza Secundaria de El Paso, hasta cuyas puertas literalmente llegó el fuego.

«Jamás he visto nada igual», comenta a Efe Antonio González, experimentado agente forestal curtido en mil incendios. «Pudo haber sido una auténtica catástrofe con muchas vidas humanas perdidas», asegura 48 horas después con el rostro cansado de no haber parado de trabajar en las labores de extinción.

«El fuego ha corrido por medio de toda esa zona habitada, cuyas viviendas tienen jardines, matorrales y árboles, ayudado por la densa vegetación de matorral de las fincas abandonadas o sin construir, por donde pasaba como si estuviera quemándose auténtica pólvora», explica González.

El perímetro del incendio alcanzó los diez kilómetros y el número de hectáreas quemadas asciende a unas 300. Quizás pueden parecer pocas, pero ahora hay que sumar la importante edificabilidad de ese terreno y ya se han contabilizado unas 50 viviendas siniestradas, según informan los ayuntamientos de El Paso y Los Llanos de Aridane.

Lo ocurrido este martes ha paralizado la vida de muchos palmeros vecinos de la zona siniestrada. En cuestión de minutos han visto pasar las llamas calcinando todo su proyecto de vida.

Enmundo y su familia, en el barrio de Los Dos Pinos, es uno de ellos. El fuego no tuvo piedad con su pequeña granja de animales, ni con su taller, ni tan siquiera se paró al llegar a su vivienda. Ahora todo son cenizas y chatarra. Lo han perdido todo.

Un vecino cuenta a Efe cómo Enmundo y su hijo intentaron salvar la casa, pero que fue imposible. «Hubo un momento en el que las llamas y el humo no nos dejaban ver nada y ya pensamos lo peor. No sé cómo pudieron escapar con vida», nos relata mientras limpia un garaje de su propiedad que también se vio afectado por el fuego.

Las altas temperaturas y la escasa humedad, presentaron un escenario perfecto para la propagación del incendio. «Parecía que los matorrales se prendían fuego espontáneamente», explica Pedro, un mecánico que también vio como su lugar de trabajo era pasto de las llamas.

«Jamás vi nada igual, esto parecía una zona de guerra, como si hubieran tirado una bomba nuclear». Y es que el panorama que presenta la zona quemada recuerda a esas imágenes de zonas de conflicto bélico.

Numerosas industrias agrarias y fincas agrícolas se han visto afectadas y desde la Asociación Palmera de Agricultores (ASPA) han comenzado a prestar los servicios de asesoramiento a los cientos de agricultores que han visto sus fincas afectadas.

«¿Quién se podía imaginar ver una fanegada de plátanos quemados?», se pregunta Manuel, un agricultor que ha perdido toda la platanera que tenía y que era su única fuente de ingresos.

La platanera es una planta herbácea, esto es, verde, que precisa de mucho aporte de agua, por lo que estar en medio de una huerta de plátanos en un día caluroso es como estar en un bosque tropical. Las condiciones meteorológicas del pasado martes, provocaron prácticamente la deshidratación de las plantas, convirtiéndolas en un matorral más, pasto de las llamas.

Los daños en la agricultura del Valle de Aridane tardarán en cuantificarse, pero mucho más tardarán los damnificados en recuperarse del choque emocional de este inusual incendio.

Miguel Calero

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