viernes, abril 19, 2024
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Un estudio identifica la relación entre la esquizofrenia y la soledad

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Este trabajo pionero, publicado en la prestigiosa revista ‘Nature Communications’, lo ha realizado el equipo de Celso Arango, director del Instituto de Psiquiatría y Salud Mental del hospital madrileño y jefe de grupo del CIBER de Salud Mental (CIBERSAM).

Los resultados del estudio sugieren que existe un riesgo genético compartido entre soledad y esquizofrenia, según los investigadores.

Esto apoyaría que la experiencia subjetiva del aislamiento social, agravado por causa de las restricciones de la pandemia, podría tener más consecuencias negativas en las mujeres, incluido el riesgo de desarrollar psicosis.

Los investigadores han utilizado una muestra de 3.488 personas (1.927 con esquizofrenia y 1.561 controles sanos) para demostrar la contribución genética de la soledad y aislamiento social al riesgo de sufrir esquizofrenia.

Para ello se ha estudiado tanto el aislamiento social objetivo (falta de relaciones sociales) como el aislamiento percibido (la soledad, un sentimiento subjetivo de angustia asociado a la falta de relaciones significativas, independientemente de la cantidad de contacto social).

Aunque las personas aisladas a menudo se sienten solas, el aislamiento no siempre se correlaciona con sentimientos de soledad, aunque ambos son factores de riesgo para la aparición de trastornos mentales.

«Subdividimos el riesgo genético que predispone a esquizofrenia en función de su efecto en la soledad y el aislamiento, encontrando que el riesgo genético que era común tanto a esquizofrenia como a soledad y aislamiento era mayor en mujeres que en hombres», explica el director del trabajo, Javier González Peñas.

Además, este riesgo genético común «correlaciona con depresión, ansiedad, trastorno por déficit de atención con hiperactividad, dependencia del alcohol y autismo», señala González.

«Nuestros resultados indican que este riesgo genético compartido entre esquizofrenia y soledad podría ayudarnos a entender las relaciones genéticas entre la esquizofrenia y otros trastornos psiquiátricos complejos como el trastorno bipolar, la depresión mayor o el trastorno obsesivo-compulsivo», indica el investigador Álvaro Andreu.

Gracias a este estudio, se abre la posibilidad de «desarrollar intervenciones frente la soledad y el aislamiento para la prevención y mejora de la evolución clínica de trastornos de espectro de la esquizofrenia, sobre todo después de las condiciones de aislamiento social a la que nos hemos visto obligados por la pandemia y el confinamiento», precisa el doctor Celso Arango. EFE

 

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