viernes, abril 19, 2024
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Un nuevo fármaco muestra eficacia en los tumores cerebrales más agresivos

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La investigación, que publica la revista ‘Neurotherapeutics’, ha revelado que el nuevo fármaco experimental IDP-410, desarrollado por IDP Pharma, reduce el crecimiento de estos tumores en modelos animales, pero ahora los científicos esperan lograr nuevos datos que permitan probar su efectividad en ensayos clínicos.

Los resultados del trabajo ofrecen datos prometedores para desarrollar tratamientos dirigidos a la proteína N-MYC, y sugieren que IDP-410 es capaz de inhibir esta proteína y frenar la aparición y crecimiento de los glioblastomas, unos tumores cerebrales que tienen un índice de supervivencia de solo entre 15 y 20 meses y que son muy resistentes a los tratamientos actuales.

Los autores principales del trabajo son Pilar Gómez-Sánchez, Ricardo Gargini y Berta Segura-Collar, que forman parte del Gliomalab -un equipo interdisciplinario de investigadores de la Unidad de Neurooncología del ISCIII y la Unidad Multidisciplinar de Neurooncología (UMNO) del Hospital 12 de Octubre-, y Laura Nevola, cofundadora y responsable de IDP Pharma.

Según ha explicado Nevola, la investigación ha confirmado que los glioblastomas expresan al desarrollarse niveles elevados de una proteína conocida como N-MYC, un factor de transcripción involucrado en el desarrollo del cerebro y cuya desregulación promueve la activación de genes relacionados con la aparición de tumores.

También ha demostrado que es posible modular de manera específica y directa su función con el nuevo fármaco experimental desarrollado por IDP Pharma.

«Estamos muy satisfechos de los resultados obtenidos en esta colaboración, que demuestran la enorme potencialidad terapéutica de estas nuevas dianas en indicaciones tan severas como el glioblastoma, y además evidencia que nuestra estrategia abre el camino al futuro desarrollo de opciones terapéuticas para los pacientes», ha señalado Nevola.

Los investigadores han comprobado que IDP-410 logra reducir el crecimiento de los glioblastomas implantados en el cerebro de los animales, alcanzando la proteína N-MYC en el tejido tumoral y reduciendo su vascularización, es decir, su capacidad para formar vasos sanguíneos que permitan su crecimiento.

Los investigadores señalan que la posible relación entre la función de N-MYC y la expresión de genes mesenquimales y angiogénicos es una de las claves en el proceso y esperan lograr nuevos datos que permitan en un futuro probar su efectividad en ensayos clínicos. EFE

 

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