viernes, abril 19, 2024
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Factores para ser feliz: desconectar de dispositivos y de la realidad virtual

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Con motivo de la celebración el 20 de marzo del Día Internacional de la Felicidad, la profesora de Psicología y Ciencias de la Educación de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), Mireia Cabero, ha recordado que la felicidad de los españoles ha caído un 8 %, según el estudio Global Happiness 2020 de Ipsos, un 7 % según los datos de las encuestas de Sigma Dos.

«Somos menos felices, pero en muchas ocasiones ni siquiera somos conscientes de las variables que determinan qué afecta nuestro estado anímico. La felicidad depende de una dimensión más profunda, relacionada con nuestra identidad y la satisfacción de vivir la vida que queremos vivir, y una dimensión más superficial, que tiene que ver con los momentos de felicidad y el bienestar emocional del día a día», explica Cabero.

Según la profesora de Psicología, «cuando se definieron las dimensiones del bienestar todavía no nos había dado tiempo de teorizar sobre el bienestar digital. Ahora sabemos que en la dimensión del bienestar emocional digital ocurren cosas diferentes, como la dependencia emocional, el estrés y la angustia por la gestión de la hiperconectividad o las relaciones distorsionadas».

Marta Calderero, también profesora de Psicología y Ciencias de la Educación de la UOC, abunda en que «la era digital ha dado lugar a una nueva realidad en la que nos movemos entre dos mundos: el virtual y el físico. Nos hemos convertido en personas que transitamos sin limitaciones entre ambos espacios».

«Esta nueva realidad nos puede llevar a sentir la necesidad de reconceptualizar nuestra felicidad en un entorno tan fluido e hiperconectado, y más en un momento en el que la crisis provocada por la pandemia ha hecho que muchas personas se hayan tenido que adaptar al entorno digital repentinamente para trabajar o mantener su vida social», añade.

CINCO CLAVES PARA SER FELIZ

La profesora Calderero recomienda cinco cosas relacionadas con lo digital para ser feliz, comenzando por reorganizar la realidad y diseñar el hogar y el entorno laboral para sentirse cómodo, con mobiliario adecuado para usar la tecnología y que haya espacios donde la desconexión esté asegurada.

El segundo consejo es aplicar una desconexión intermitente, es decir, incluir en la rutina diaria el hábito de desconectar unos treinta minutos dos o tres veces al día «para conseguir que tu cerebro se recargue de energía».

«También es muy recomendable establecer unos límites de uso de los programas y dispositivos, ya que perdemos mucho tiempo al día consultando continuamente el móvil y comprobando si hemos recibido mensajes de todo tipo. Hay que hacer un esfuerzo y eliminar todas las distracciones, como suscripciones y notificaciones innecesarias», añade.

El tercer factor clave es «potenciar el optimismo», y para ello aconseja que al principio del día se consulten las cuentas de redes sociales «que contengan información inspiradora, pues te ayudarán a reducir el sesgo atencional negativo que generan las noticias que copan los titulares del día».

Otro factor clave es «vivir experiencias únicas» y, «siempre que sea posible, priorizar las relaciones sociales en el contexto físico».

El quinto factor clave, según la psicóloga, es «participar en comunidades que tengan tus mismos intereses», porque «aunque parezca que la felicidad es un concepto unipersonal, la percepción de felicidad colectiva tiene mucho peso en nuestro bienestar».

Por eso, recomienda aprovechar el entorno digital para conectar con aquellas personas que comparten las mismas aficiones.

Por su parte, Cabero defiende que «hace falta construir nuestro propio bienestar emocional físico y nuestro propio bienestar emocional digital, ya que cada uno nos ofrece un tipo de calidad de experiencia diferente».

Sobre la extensión del teletrabajo por la pandemia, Cabero dice que «para unos ha sido muy positivo poder estar en casa, mientras que a otros les ha desequilibrado no poder tener los dos espacios vitales separados».

En cuanto a las redes sociales, Cabero concluye que «el entorno digital no se puede tocar ni vivir en primera persona porque nos lleva a crear expectativas e imaginaciones ideales. Idealizamos la vida de otras personas y las comparamos con las nuestras, que suelen ser peores, y esto puede llegar a generar inseguridad, baja autoestima y envidia». EFE

 

N.G.

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