Degradación sanchista y putrefacción máxima
Así están siendo los estertores del sanchismo, la época de mayor degradación institucional de nuestra democracia, mayor incluso que aquel trienio final del “felipismo” 1993-1996.
Si en otros momentos se han bautizado los diferentes años de nuestra democracia como la Transición, la época de la pinza o la época de la crispación, el sanchismo y su final es “La Degradación”.
Todo está podrido. Si en aquellos tiempos los escándalos se sucedían con gravedad, ahora es incluso peor. Mientras antes fue aquella “beautiful people”, como se la bautizó, que creció alrededor del PSOE, ahora la degradación la protagoniza el propio PSOE encabezado por su Presidente, su familia, y una serie de personajes marginales de la máxima confianza de Sánchez.
Y ese es el principal rasgo distintivo de esta etapa conocida como Sanchismo: que el culpable y responsable de todo es el presidente Pedro Sánchez…Un presidente que no ha necesitado perpetuarse en el poder (sólo, perdón por lo de sólo, lleva 7 años de presidente, y por lo que parece todas estas prácticas y chanchullos se llevan produciendo desde el principio de su mandato), que no le ha pervertido la mayoría absoluta (nunca ha pasado de escasos 123 diputados en las diferentes generales celebradas) y un presidente que no ha sufrido el síndrome de la Moncloa, algo que durante años se ponía como excusa para hablar de la desconexión con sus gobernados y con la calle (desde el principio Sánchez no ha sido popular ni bien valorado por la población española).
Los casos son muy conocidos: una esposa lobbista y directora de una cátedra no teniendo ni licenciatura; un hermano enchufado sin méritos ni concurso; un ex número dos del partido, ex Ministro de Fomento (donde los contratos de obra pública se realizan), y portavoz de aquella moción de censura del 18 en pos de la “dignidad, la honradez y la limpieza de las instituciones” dijeron, pluriimputado en diversas causas y persona muy vulgar, soez e inmoral; el hombre que protegió sus avales y documentación la noche antes del Congreso que eligió a Sánchez, por tanto, su persona de confianza, que ha hecho carrera en la administración estatal partiendo de la portería de un puticlub; un actual número dos del partido, del perfil de Ábalos, que pacientemente espera un informe policial con el que conoceremos sus hazañas; una fontanera de partido, chabacana, torpe y con menos categoría aun que los anteriores; y una ristra de prostitutas enchufadas en empresas públicas que por la noche daban gusto a ciertos personajes y por la mañana descansaban no acudiendo a su trabajo… Y esto a día de hoy, pues nuevos personajes irán dándose a conocer.
Además, como el plan de Sánchez ha sido colonizar casi todas las instituciones públicas (benditas Justicia y Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado que aún resisten), e incluso privadas (miles de millones públicos para tomar empresas que iban muy bien como Telefónica o Indra), personas de todo pelaje y baja cualificación han accedido las mismas a puestos muy bien remunerados, por cierto, personas que nunca pasarían una prueba de acceso o aprobarían una oposición.
Todo ello configura un mundo sórdido que jamás pensamos que fuera a ser el entorno propio de todo un presidente de gobierno. La alta magistratura que es la Presidencia, no debería estar al alcance de personajes como Sánchez.
Como responsable directo de este ambiente, pues es imposible creer que no conociera nada, Pedro Sánchez debería de una vez por todas dimitir y convocar elecciones.
España hoy asombra al mundo para mal. Las embajadas en Madrid que, como todas las embajadas del mundo, informan a sus respectivos gobiernos de la actualidad política del país en que se hallan, transmiten estos días unos mensajes terribles. Y grandes periódicos europeos ya están reflejando en sus páginas la degradación de este momento.
Por eso es hora ya de protestar en la calle como el próximo domingo 8 en Madrid, y de insistir desde las instituciones en la convocatoria de elecciones generales.