¡Viva Wert!

Hace un par de meses ya hablé aquí de la Ley de Mejora de Calidad Educativa (LOMCE) que el Gobierno está queriendo imponer en España. Para aquellos que no quieran perder el tiempo buscando el archivo, les diré que hice una gran alabanza de ella. Incluso, políticamente, porque creo que la raíz de los problemas que tiene España está en la Educación y ya iba siendo hora de que alguien abordase de verdad el tema.

Lo que han hecho las CCAA con la Educación en España es un crimen de lesa patria. Especialmente, Cataluña. En Cataluña hace 30 años que sus dirigentes perdieron la cabeza y se echaron al monte negando un derecho fundamental como es la libertad de los padres a elegir el idioma en que quieren educar a sus hijos. Y el problema es que ningún Gobierno de España, hasta ahora, se había atrevido a pararle los pies.

La 'inmersión lingüística' catalana no es más que una vulneración de la Constitución

Y es que la llamada 'inmersión lingüística' catalana no es más que una vulneración de la Constitución Española, que establece que todos los españoles son iguales ante la ley y en el artículo 3.1 señala que "el castellano es la lengua española oficial del Estado. Todos los españoles tienen el deber de conocerla y el derecho a usarla".

Una ilegalidad corroborada por los más altos tribunales del Estado como el Tribunal Constitucional (TC) y el Tribunal Supremo (TS), que vienen emitiendo sentencias contra esa inmersión lingüística y en las que sus fallos instan a la Generalidad de Cataluña a introducir el castellano también como lengua vehicular en esa comunidad autónoma. Pero ninguno de esos fallos ha sido cumplido. Los dirigentes de la Generalidad siempre se han creído por encima de las leyes y de los tribunales.

¿Y qué pasa ahora, entonces, para que anden rasgándose las vestiduras y el fracasado Artur Mas convoque a rebato a todo el catalanismo radical?
Sencillamente, que el ministro Wert quiere aplicar a la LOMCE esas sentencias de los tribunales. Algo a lo que obliga, incluso, la propia sentencia del TC sobre el actual Estatuto, que dice:

'Las Administraciones públicas (...) no pueden tener preferencia por ninguna de las dos lenguas oficiales. [Ya que acabaría con el] equilibrio inexcusable entre dos lenguas igualmente oficiales y que, en ningún caso, deben tener un trato privilegiado (...) Solo los particulares (...) pueden preferir una u otra de ambas lenguas. Y hacerlo, además, en perfecta igualdad de condiciones (...), lo que excluye que (...) quienes prefieran el castellano hayan de pedirlo expresamente.' Pero, ay amigo, cumplir la ley es anatema en Cataluña.

Wert quiere que los niños que quieran estudiar en castellano y no puedan en centros públicos, que se escolaricen en centros privados con cargo a la administración autonómica. Así de fácil. Si no existen centros oficiales castellanohablantes, que se rasquen el bolsillo. Pero eso es imposible. Va contra el catalanismo más pueblerino.

No se puede ser más cateta

Tan cabreados están que, tras plantar a Wert en medio de la reunión sobre la LOMCE, la consejera catalana en funciones, Irene Rigau, ha rechazado comparecer ante los medios en un lugar en el que aparecía el escudo de España junto al del Ministerio de Educación. No se puede ser más cateta. Ante algo así, solo puedo decir ¡Viva Wert!

La sonrisa de la Avispa

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