Un PSOE roto y lejano
El Partido Socialista Obrero Español está hecho unos zorros, con perdón, a 48 horas de dos elecciones en los que se juega casi el ser o no ser. Roto en mil pedazos y alejado de la realidad española, es muy posible que en las elecciones vascas y gallegas sufra un descalabro histórico. Eso sin contar con lo que le ocurrirá en las catalanas donde, además, se presenta absolutamente partido por la mitad y descompuesto.
El PSOE actual, por no tener, no tiene ni voz unitaria. Sus portavoces actuales o, al menos, a los que se les oye, son Elena Valenciano, que en su vida se ha visto en una más gorda, y Tomás Gómez, que es un político de otro mundo. Un espectro. Un tipo que está en política porque tiene que haber de todo.
El ridículo que hizo ayer, dicho sea de paso, en la Asamblea de Madrid es para que se lo haga mirar con un psicólogo.
Y es que todo parece indicar que la herencia del Olvidable ZP está siendo demoledora en el partido. Por no saber, el PSOE no sabe si hacer una oposición dura o blanda. Lo que vota en el Congreso no lo vota en otros parlamentos. Hay comunidades autónomas en los que está absolutamente condicionado por su alianza con la izquierda radical y melonera. En el País Vasco, mantiene a un Patxi López que, durante casi cuatro años, ha perdido la mayor oportunidad que ha tenido España de parar el separatismo en esa comunidad. López lo ha hecho tan mal que el PSE-PSOE, y según las encuestas, puede pasar de 25 escaños a 14-16, con lo que la debacle puede afectar, seriamente, al propio Rubalcaba que llegó a intoxicar con Patxi como su sucesor. Y en Galicia, peor aún, porque allí tiene un candidato a la Presidencia de la Junta que no lo conoce nadie, con lo que, con toda seguridad, saldrá vapuleado en las elecciones del domingo.
Se podría llegar a decir que el PSOE, como tal, ha desaparecido como consecuencia lógica de la pérdida absoluta de mensaje. Incluso, de ideología. Es tan caótica su situación que hasta se le ha olvidado que es un partido de centro-izquierda. Está tan perdido que ya no sabe si apoyar a la extrema izquierda en la calle o condenar sus actos de violencia. Y todo sin claridad alguna. De una manera confusa y llena de tópicos entre felipistas y guerristas de los años ochenta.
Yo sé que es muy difícil hacer oposición en un momento así porque, a poco que diga, es inmediatamente descalificado como la causa de la causa de esta catástrofe, pero está tan lejos de la realidad que anda como un boxeador sonado. Está en contra de recortes y en contra de subir impuestos y en contra de las reformas y en contra de casi todo pero la única alternativa que ofrece es la política del Olvidable ZP. Un dislate.
Es más, el PSOE actúa como si fuese un partido minoritario de izquierdas. Sin visión de Estado. Y ahí IU le ganará siempre. Entre otras cosas porque hacer oposición negativa es muy fácil cuando se sabe que nunca se va a gobernar.
Pero lo peor es que este PSOE es incapaz de dar un paso adelante, aunque fuese sólo en cuestiones como el rescate europeo o el acoso secesionista que está sufriendo España. Un paso adelante para ponerse a disposición del Gobierno y dar una imagen de unidad fuera y dentro de España. Y mientras, empezar de cero. Casi refundarse.
Lo demás está resultando patético. Y a mí me da mucha pena. Aunque no debería.
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