Reflexiones sobre la edad de jubilación
Seamos claros: la jubilación obligatoria no deja de ser una forma de imposición legalizada. ¿Bajo qué argumento el Estado se atribuye la restricción del derecho al trabajo de una persona tan sólo por haber cumplido cierta edad? ¿Quién no conoce a amigos, familiares o vecinos que, por ejemplo, con 70 años se encuentran en plenas facultades mentales y que desearían seguir ocupados profesionalmente? En 1960, la esperanza de vida en España apenas llegaba a los 70 años. Hoy, en 2012, supera los 81 años. Vivimos más porque vivimos mejor. Y este hecho tiene una repercusión en el mundo laboral que debe abordarse.
Lo ético, lógico y racional es que cada individuo decida a qué edad dejará de trabajar en función de sus intereses personales y de su autopercepción física y mental. En mi opinión, el Estado debe centrarse únicamente en ofrecer los mecanismos legales que permitan al interesado acogerse a su nueva etapa vital y favorecer el tránsito a la misma. C'est fini.
En 2012, la esperanza de vida en España supera los 81 años
El pasado 27 de abril de este año, el Consejo de Ministros prohibió que los convenios colectivos incluyan una edad de jubilación forzosa. En mi opinión, se trataba de una medida necesaria pero no suficiente. Sin embargo, el ejecutivo de Mariano Rajoy, terminó reconociendo que el objetivo perseguido con la medida no era el de permitir a los trabajadores tomar sus propias decisiones en una cuestión tan fundamental y personal como es la edad de retiro. La verdadera finalidad era, simplemente, combatir el fraude en la Seguridad Social. Es decir, se trató de una prohibición pensada en clave económica o de intereses del Estado y no pensando en derechos individuales.
Quizás hace unas décadas, en donde el trabajo era esencialmente manual y requería un notable esfuerzo físico, decretar una edad obligatoria de jubilación tenía cierto sentido. Hoy, siendo la española una economía en la que el sector de servicios es preponderante no tiene mucho sentido enviar al retiro a trabajadores que pueden continuar ofreciendo y enseñando sus conocimientos, habilidades y experiencia por la única razón de haber celebrado sesenta y siete veces su nacimiento. Dicho de otro modo, nos dejamos arrastrar por lo cuantitativo frente a lo cualitativo. Además, los efectos generados tras eliminar la edad obligatoria de jubilación serían balsámicos para los maltrechos fondos de nuestro piramidal e insostenible sistema de pensiones. Reconozco que, con casi seis millones de desempleados, esta no es la cuestión más relevante del momento pero, antes o después, nos veremos obligados a afrontarla. Y una decisión correcta en este ámbito ayudará a salir de la crisis.
Gorka Labarga-Estrella Digital
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