PSOE y PP, perdones compartidos

Es un clamor ciudadano que la consistente maquinaria PP-PSOE opera de forma estructurada para compartir una zona intermedia en asuntos que afectan, sobre todo, a las cosas relacionadas con las culpas de la corrupción
o con el agasajamiento a los poderosos que, como estamos viendo, luego son generosos y comparten intereses con los mismos partidos que los miman.

Los fondos de reptiles que administran sirven para hacer más fuerte la estructura aparatista del PP o del PSOE,

Por alguna razón que se nos escapa, esa ‘zona amable’ con los poderosos suele transmutarse, de cuando en cuando, en una suerte de paritorio del que surgen de las entrañas de los aparatos otros nuevos poderosos que manejan el presupuesto partidista – el A y el B -, elaborado a conciencia sin ningún tipo de conciencia cívica; y si bien es cierto que los fondos de reptiles que administran sirven para hacer más fuerte la estructura aparatista del PP o del PSOE, no es menos cierto que el ‘cobrador’ se embolsa – o se ensobra – una cantidad estimable.

Y luego, claro está, se exponen a las desagradables consecuencias que ofrece el hecho de que las amistades nunca son eternas y que, generalmente, el paso del tiempo o las nuevas ambiciones y necesidades de los políticos, cambian los intereses de esas provechosas relaciones y suelen devenir en trágicas revelaciones, denuncias o acusaciones que una vez puestas en marcha son una maquinaria de triturar carne. Valga para esto, también, el desapego sentimental que ya destapó los entresijos del siniestro ‘hermanísimo’ Juan Guerra, del televisivo alcalde Julián Muñoz o del joven y dinámico Pujol.

Ahora, entre profusas noticias sobre esta nueva costumbre nacional, muy antigua por otros lares, de escuchar y seguir a los políticos para saber qué hacen o de qué hablan, y con quién – ahora se empantana en esto el noqueado PSC -, el juez Ruz nos cuenta gracias a sus diligencias que la política de perdones administrativos no tiene principio ni fin, y que, tal y como nos enseña la física que sucede con la energía según los principios de la termodinámica, se limitan a transformarse, y en este caso a cambiar de manos las firmas que legalizan perdones fiscales a dineros usurpados, robados, distraídos o apropiados indebidamente, o al menos, sospechosamente.

Las concomitancias del poder, o de los colores del poder, con los sinvergüenzas a quienes mientras se les expulsa del partido-paraíso con una mano se les legaliza el producto de sus fechorías con una firma de la otra, son insoportables.

Editorial Estrella