¿Por qué no se ayuda a las pymes?

Esta semana charlaba con un joven emprendedor que, recientemente, ha puesto en marcha su empresa que, por supuesto, se engloba dentro de lo que se conoce como la pyme, es decir, la pequeña y mediana empresa. Me reconocía que se ha jugado los cuartos endeudándose con un banco para poder contratar a un trabajador, alquilar una oficina, comprar las herramientas necesarias para desarrollar su actividad, etc. Lo de siempre: muchos gastos, cantidad ingente de trámites burocráticos, poca ayuda y nula empatía. No obstante, este neonato en la lid empresarial se mostraba motivado y convencido de poder capitanear a buen puerto su nave.

En un momento de la conversación, me preguntó si conocía posibles ayudas o bonificaciones a las pymes a nivel fiscal. Ni supe si reír o llorar. Le expliqué que, en España, se beneficia en lo tributario al grande, no al pequeño. Me miró incrédulo. Su argumento era más que razonable: ¿cómo no va a ayudarse a las pymes si emplean al 60 % de nuestra fuerza laboral y generan el 85 % de nuestro Producto Interior Bruto? Los datos que esgrimía eran del todo ciertos pero la realidad no siempre es capaz de adecuar lo que debiera ser con lo que realmente es.

Las pymes deberían, como mínimo, recibir las mismas ventajas que los grupos consolidados

Le recordé cómo las multinacionales lograron en 2010 unos beneficios que rondaron los 90.000 millones de euros y las pymes apenas llegaron a los 67.000 millones. Le expliqué cómo las grandes corporaciones, a pesar de obtener mayores beneficios, tributaron el impuesto de sociedades a un tipo efectivo del 5 % mientras que las pymes lo hicieron en un 15,3 %. Y, por último, le mostré los datos de cómo los grupos consolidados aportaron a las arcas públicas menos de 5.000 millones de euros frente a los más de 10.000 millones de las pymes.

Tras lo impactante de las cifras, su pregunta era obvia: ¿por qué ese trato de favor? La respuesta, sin embargo, no resultaba tan sencilla. Son muchos los factores que intervienen en facilitar ventajas a las grandes empresas, entre otros, su mayor capacidad de presión a las instituciones y sus políticas, la posibilidad de disponer de expertos en ingeniería financiera, la deliberada complejidad de sus cuentas o la normalidad con que  los políticos retirados finalizan sus carreras ocupando asientos, bien remunerados, en los consejos de administración.

Que nadie me malinterprete. No estoy en contra de las grandes empresas, al contrario. Lo que creo honestamente es que las pymes deberían, como mínimo, recibir las mismas ventajas que los grupos consolidados ya que de las 3.246.986 empresas que operan en España, 3.243.185 son pymes. Son, pues, la columna vertebral de nuestros sistema económico. Si estas no reciben el necesario apoyo, jamás saldremos de una crisis que terminará por cronificarse y convertirse en estructural.

Gorka Labarga-Estrella Digital

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Gorka Labarga