Ocho tetas para doce uvas
Esto de las fusiones es una rémora para casos como el de la Nochevieja. Sin ellas habríamos tocado a una teta que mirar por cada uva, siempre y cuando La 2 se hubiera dignado mandar también a alguien a la Puerta del Sol. De esta manera, habrá que repetir con alguna de las otras ocho, lo que parece que de todas formas no será un gran problema.
Es más, cuatro de ellas, las de Anna Simón y Cristinia Pedroche seguro que tendrían todas las papeletas para ser las elegidas para eso de repetir, en caso de que el populacho optara por esta dinámica a la hora de ir engullendo esta fruta que se obtiene de la vid. Pero me temo que pocas seremos las que la pongamos en práctica. La mayoría, como si estuvieran hipnotizados por ella, seguirán fieles a la capa de Ramontxu y se conformarán con las dos tetas menos llamativas de las ocho, las de Anne Igartiburu.
Las dos primeras rivalizarán en escote esta Nochevieja ante la pequeña pantalla, aunque, vistas las imágenes de los vestidos que lucirán, la Simón parece que le ganará por goleada a la Pedroche, salvo que ésta decida cumplir sobre la marcha la promesa que hizo de desnudarse si llegaba a los dos millones de seguidores en Facebook.
Si así ocurriera, y se quedara en pelota picada, una cree que ni la capa española de Ramontxu le serviría a La 1 para ser la más vista desde la Puerta del Sol. Es más, hasta los allí presentes seguro que podrían provocar un alboroto público en caso de enterarse del hecho, intentando un asalto en toda regla al balcón en el que se encuentre la Pedroche.
Haría bien la Delegación del Gobierno en Madrid en tener bien custodiado ese edificio con suficientes miembros de las fuerzas del orden, porque a buen seguro que la batalla que allí se organizaría por acceder al set de La Sexta dejaría en una simple riña amigable la que se vivió hace pocas fechas junto al río Manzanares entre ultras del Atlético y el Depor.
El problema, para mí al menos, será la de poder ir dándole al mando a distancia para ir cambiando de cadena con cada uva. Si hasta ahora ya me resultaba casi imposible terminar algún año a tiempo con las doce, por muy pequeñas y peladitas que estuvieran, si encima tengo que darle al mando, o como le llame cada una...
La mosca