Merkel debe reaccionar

La contradictoria postura de Berlín por un lado anunciando junto al ministro De Guindos el apoyo al plan de reformas del Gobierno español y a las políticas de crecimiento para nuestra economía en una estrategia común de reforzamiento de la Unión Económica Europea y por otro, presentando dudas o directamente frenando las ayudas a la banca española en una clara contradicción que pone en peligro los necesarios progresos en el restablecimiento de nuestro sistema financiero, no son más que una muestra más de la torpeza con la que Alemania está gestionando esta crisis y la incapacidad de sus políticos actuales para asumir el verdadero liderazgo que la zona euro necesita para estabilizar la moneda común y asegurar un nuevo futuro que ayude a poner punto final a esta prolongada crisis.

La actitud de Alemania, y de la canciller Merkel en concreto, no es nueva y aunque a veces se han vislumbrado atisbos de cierta consideración hacia el profundo drama que atraviesa nuestra economía, hasta ahora ha prevalecido una visión alicorta del papel de los organismos europeos a la hora de afrontar las responsabilidades frente a los problemas.

Tendrá esto que ver con la falta de un planteamiento común más de diez años después de la implantación del euro a la hora de enfocar las reformas estructurales o de imponer una política fiscal común, siempre enunciada en los papeles y los discursos y continuamente cuestionada por la realidad de los hechos. Una realidad que tiene mucho que ver con la visión que los políticos tienen que tener no sólo del corto plazo sino también de las estrategias que ayuden a salvar el euro tanto como a hacerlo aportando valor al desarrollo económico y al crecimiento. No se puede aislar a los países del sur ni mucho menos, lo preciso es enfocar medidas de severidad fiscal pero también, y casi tan importante, como ejecutar lo que ya estaba planteado en el plan Hollande, que duerme el sueño de los justos.

A la canciller Merkel también se le acaba el tiempo, puesto que sus elecciones se acercan, las encuestan no la acompañan y el SPD presenta una alternativa seria, moderada y creíble, con serias expectativas de poder gobernar mediante acuerdos. Hasta ahora y de forma paradójica a los intereses del Gobierno de Rajoy le favorecen las victorias socialdemócratas en el continente europeo, y no sería sorprendente al final que el gobierno popular encontrara un verdadero alivio en el regreso de los socialistas al poder en Berlín.

España ha hecho un esfuerzo considerable y se ha sometido a pruebas de estrés y de control de las cuentas de las entidades bancarias; ha realizado profundos recortes en el gasto público e incluso ha logrado un verdadero compromiso, aunque sea de mínimos, entre las Comunidades Autónomas para hacer frente a la moderación del presupuesto. El caso es que ahora más que nunca las palabras de los ministros alemanes se las lleva el viento porque lo que de verdad hace falta es un compromiso claro de su presidenta que ponga fin a los innecesarios problemas que nuestra realidad económica sufre por la falta de comprensión de un gobierno que de tanto mirarse así mismo acabará tropezando con su sombra en las mismísimas puertas del Bundestag.

Editorial Estrella