Los sondeos fallan a Mas en la recta final
El 28 de noviembre de 2010 se celebraron las elecciones que el Presidente Montilla había convocado el 4 de octubre para elegir el Parlament de la novena legislatura. Desde entonces ha presidido la Generalitat, Artur Mas. Y lo ha hecho sometido a la presión de la crisis financiera, desarrollando una estrategia de recortes y de reducción de servicios públicos en áreas básicas del bienestar social y bajo la inquietante sospecha de diversos casos de corrupción.
Mas ha gobernado los dos últimos años recibiendo el apoyo puntual del PP
Lo ha hecho recibiendo el apoyo tácito y puntual de Alicia Sánchez Camacho, del PP, y bajo la responsabilidad de compartir, en Madrid, el proyecto de contención del gasto y de reducción del déficit que Mariano Rajoy representa a nivel estatal. A pesar de los recortes, duros y drásticos, la Generalitat ha tenido que recurrir al fondo de rescate autonómico al tiempo que reclamaba un pacto fiscal que igualara su hecho diferencial con el vasco navarro.
En ese contexto es en el que se ha producido la ruptura entre el PP y CiU, entra Rajoy y Mas, escenificada en una reunión en Moncloa y una concentración populista nacionalista ante la sede del gobierno catalán a la llegada del President. La celebración de la Diada y la convocatoria electoral extraordinariamente anticipada no son ya más que capítulos sucesivos en el novelón de las relaciones entre el Estado y la autonomía catalana.
El hecho electoral anticipado solo se entiende por el resultado que se busca, porque no había otro argumento de debilidad parlamentaria o de necesidad nacional que lo justificara. Así que el resultado legitimará o no la convocatoria, toda vez que estas elecciones carecen de otro significado que el de pronunciarse por el soberanismo o elegir otras opciones.
El resultado legitimará o no la convocatoria de las elecciones
La sociedad catalana es plural y diversa, y el conflicto con el centro carece de mayor justificación en los tiempos que corren que la de obviar y velar taimadamente otras dificultades y problemas bien tangibles para la opinión pública. Si Mas no obtiene, tal y como prevén hasta cinco encuestas, el resultado que busca, se verá obligado a hacer una segunda parte de la legislatura anterior en esta nueva legislatura que empieza la semana que viene y tendrá que valorarse qué ha supuesto para Cataluña y para España este viaje irracional a las urnas con este discurso que, si es así, nadie más que los habituales habrá respaldado.
Y surgen inquietantes cuestiones que tendrá que resolver.
Editorial Estrella