Los "amigos" de Wert dan pena
Por mucho que lo intente, la Academia de las Ciencias y las Artes Cinematográficas nunca podrá igualar con sus Goya la gala de los Oscar. Cuanto antes se den cuenta de ello, mejor para todos ya que no es cuestión sentir vergüenza ajena viendo cómo nuestros actores y actrices hacen el ridículo.
No, meterse con Wert o Gallardón no es hacer el ridículo. Lo es el tener que hacer un numerito musical que no hay por donde cogerle. El "mal trago" lo tuvieron que pasar en esta ocasión Lucía Jiménez, Dafne Fernández, Carolina Bang, Fernando Tejero, Adrián Lastra, Javier Godino y Secun de la Rosa, acompañados de alguien que no es de su gremio pero que daba tanta pena como ellos, el presentador Manel Fuentes.
Y no es porque no le pusieran ganas, no. Los siete y el añadido pusieron todo su empeño en ello, pero defender ese número era algo imposible. El culpable, el hombre al que ya habría que haber deportado, es quien lo creó. A él y al que hizo los guiones del presentador. Si ya de por sí Manel Fuentes no tiene ni pizca de gracia, ni cuando presenta algo ni en la vida real, en esta ocasión daba grima su patético esfuerzo por hacer reír a la concurrencia (no lo logró ni con la parodia de 15 años y un día, con la siempre magnífica Maribel Verdú).
Cualquier tiempo pasado fue mejor, en cuanto a presentador de los Goya se refiere, como cualquier tiempo pasado fue infinitamente mejor, en cuanto a ministro de Cultura se refiere. Después de descubrirse que fue él mismo quien montó la reunión "urgentísima" con su homólogo británico para este lunes, el que casi suplicó de rodillas que la pusieran ese día para no tener que soportar a sus "amigos" actores, difícilmente se podrá encontrar alguien que haga menos por la causa que tiene que defender.
Como indicó Javier Bardem, "su ausencia es una chulería que refleja su rechazo absoluto y consciente hacia la industria del cine". No es de extrañar que el premiado Roberto Álamo asegurara que el ministro "me ha deshonrado con su ausencia" o que incluso el gran triunfador de la noche, David Trueba, hablara de la "inexistenia del Ministerio de Cultura durante toda su legislatura".
Lo curioso del caso es que por primera vez en unos Goya las iras de los actores no se centraran sólo en la figura del ministro de Cultura de turno. Wert tuvo que compartir protagonismo en esta ocasión con su colega Gallardón, del que sobre todo se acordaron nuestras actrices, y no precisamente por la belleza "sine qua non" de nuestro ministro de Justicia.
Esta gala siempre ha servido para que todo el mundo reivindique algo. Lo hicieron por ejemplo los despedidos de Coca-Cola en la puerta, donde también estaban activistas de "Stop deshaucios", y lo hicieron dentro los actores contra el famoso Iva cultural o contra la ley del aborto. Quizás sea eso lo que espera la audiencia televisiva, ver con quién se meten, a quién arrojan sus cuchillos. Desde luego los 3,5 millones de personas que la vieron esta vez no lo hicieron por Manel Fuentes o por el numerito musical de marras. Eso ahuyenta a cualquiera.
La mosca