Lamentable retraso político
Un dirigente de uno de los dos partidos llamados a rubricar un acuerdo sobre los desahucios dijo, en desafortunada declaración, que no “saldrían de la habitación hasta que estuviera firmado un acuerdo”. Errónea afirmación, puesto que independientemente de las razones que han mantenido el desacuerdo o de las complicaciones que han llevado a una demora injustificable, los dos partidos centrales de nuestro debilitado sistema político han perdido una ocasión más de dar una imagen comprometida con los problemas del país y no con las oportunidades de rédito político construido sobre la angustia de muchísimas familias.
Dolores De Cospedal no ha ayudado, en absoluto, al presiente del Gobierno, con sus declaraciones destacando la sensibilidad de Mariano Rajoy para abordar el problema de los desahucios por impagos hipotecarios. Menos aún cuando se ha conocido que la patronal de la banca ya había advertido el jueves día ocho – un día antes del suicidio de Amaia Egaña – de su disposición para detener los lanzamientos en los casos más graves hasta que se produjese un nuevo marco legal.
El PSOE, con su melancólica solicitud de perdón, no expía su responsabilidad
El PSOE, con su melancólica solicitud de perdón, no expía su responsabilidad, porque si bien es cierto que las disculpas en política no abundan, lo que desde luego sigue siendo una quimera es pensar que aparejadas a ellas se asuman responsabilidades políticas. Se pide perdón y se pasa página con naturalidad, y además se hace con la frialdad de quien conoce la necesidad de cumplir este trámite para poder apuntarse un tanto. Lamentable. Tan lamentable como el oportunismo de la secretaria general del PP y más aún cuando la exhibición de dificultades para el acuerdo ha retrasado la decisión acordada de forma vergonzosa.
Habrá acuerdo porque el jueves el Gobierno tiene intención de tramitar las medidas pertinentes en un consejo de ministros adelantado por la histórica jornada de Cádiz. La necesidad se habrá impuesto a la buena voluntad, y los gestos de disposición y reconocimiento de la gravedad habrán quedado como otra muestra palmaria de la distancia creciente que hay entre la ciudadanía y los partidos políticos del sistema.
Luego, se preguntarán porque las encuestas son terminantes en cuanto al desafecto de los españoles con respecto a los partidos con opciones de Gobierno. Y algún político pretenderá enmendar la plana a cualquier juez que certifique lo evidente. Jueces, bancos, ciudadanos y plataformas sociales han demostrado entender mucho mejor el sentimiento de la mayoría de los españoles que ambos partidos tomados de uno en uno o los dos juntos escondidos en la sala de negociaciones.