La productividad, la falsa moneda
Desde la visita de la Sra. Merkel a nuestro país y desde la aprobación del Pacto por el Euro, venimos oyendo que es necesario ligar la evolución de los salarios a la productividad y no al IPC, tal y como está ahora mismo fijado en los convenios colectivos de nuestro país.
La verdad es que al pensar en un modelo de evolución de los salarios basado en la productividad surgen dudas acerca de cómo hacer el cálculo. ¿Qué hay que usar como dato para ese modelo: la productividad global o la de cada empresa? Y siendo esta última la elegida, ¿quién y cómo se mide? Lo cierto es que no es un tema fácil, pero parece que ya hay quien encontró la solución.
La solución parece consistir en ligar los salarios a la evolución de la cuenta de resultados de las compañías. Recientemente, Iberdrola ha firmado un convenio que liga la evolución de los salarios a la evolución de su cuenta de resultados. Es cierto que no es exactamente indexar los salarios a la productividad pero, en el fondo, lo que busca la propuesta de la Sra. Merkel y del Pacto del Euro, es que las empresas sean más competitivas y por esta vía se consigue.
Pero surge la interrogante de si este sistema de Iberdrola se extenderá fácilmente al resto de la economía Española.
Fijándonos en las grandes compañías de nuestro país, extender el modelo y que los trabajadores admitieran vincular sus salarios a la evolución de las cuentas de resultados, requeriría que los trabajadores tomasen parte en la toma de decisiones empresariales y tuviesen presencia en el consejo de administración, así como capacidad para verificar el resultado alcanzado. Otra posibilidad, no excluyente, y que se podría combinar con las anteriores, es la participación accionarial de los trabajadores. Esto último es lo que sucede en Iberdrola, ya que el 60% de sus trabajadores son accionistas.
Ahora bien, no debemos olvidar que España es un país de PYMES en las que el empresario, además, suele ser el dueño. Esta situación hace que en ellas tan sólo se pueda ir a sistemas de retribución por objetivos ya que cualquier otro tipo de relación con los trabajadores suele ser visto como una intromisión en el ámbito privado.
Tanto en un caso como en el otro, la extensión de los sistemas descritos no parece sencilla ni que vaya a producirse en el corto plazo.
Hoy por hoy, la presencia de los trabajadores en los consejos de administración, recabar su opinión con respecto a los planes estratégicos o que puedan verificar los resultados obtenidos, como hace Hacienda, resulta de ciencia ficción. Y con respecto a las PYMES es aún más complicado, ya que sus estructuras y sus formas de abordar las relaciones, dificultan aún más sistemas como el descrito.
Quizá, por todo ello, es por lo que en la reforma de la negociación colectiva, tanto la patronal, como los sindicatos, como el gobierno, han pasado de puntillas sobre la materia y han tratado a la productividad como a la falsa moneda, que de en mano en mano va y ninguno se la queda.
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José Luis Martín Miralles