La noche más ardiente de seis amigas en una cabaña

Era verano un verano muy caluroso. Mis amigas y yo éramos mujeres solteras y trabajadoras a las que a causa de la crisis no les quedaba otra que quedarse en la ciudad.

Una de nuestras tardes de quedada semanal nos pusimos a hablar de hacer una escapada. Mi amiga Sara tuvo la mejor de las ideas. Ella tenía una casita  perdida en medio del campo con un embarcadero, el sitio ideal para que seis amigas escaparan del calor sin gastar mucho dinero.

El viernes, nada más salir de trabajar nos repartimos en los coches y nos fuimos dispuestas a pasar un fin de semana genial. La casa desprendía tranquilidad y decidimos montar una fiesta aquella noche.

Pusimos música a todo volumen y bebimos cócteles hasta emborracharnos. De repente, Ana propuso bañarnos desnudas en el lago y hacia allí nos dirigimos, unos focos desde la casa alumbraban nuestros cuerpos desnudos en el agua mientras sujetábamos una copa con la otra.

Nos empezamos a tirar agua, a hacer aguadillas y de un momento a otro, no sé como, estábamos besándonos entre nosotras, tocándonos, y sintiendo el cuerpo de una rozando el de la otra. Empezamos a intercambiarnos entre todas hasta que cada una había tocado y besado a las demás. Estábamos borrachas, sí, pero creo que en el fondo sabíamos lo que hacíamos y lo estábamos disfrutando.

Elisa tenía una piel suave y unos pechos enormes que me hicieron pasar una noche espectacular. Se nota que una mujer conoce mejor que nadie el cuerpo femenino. Su forma de tocarme era dulce y suave, pero a la vez lo hacía de una manera que me excitaba por momentos. Sus dedos bajaron a mi clítoris y vi las estrellas. Cuando salimos del agua, nos tumbamos en la orilla y empezó a lamer todo mi cuerpo.

Puedo decir con toda certeza que nadie me ha hecho nunca llegar al clímax y al orgasmo con tanta facilidad mientras apretaba mis pechos con sus manos.

A la mañana siguiente sólo recuerdo levantarme junto a dos de mis mejores amigas, todas desnudas y algo aturdidas por el alcohol. En el desayuno sacamos el tema y a pesar de que pensaba que sería algo incómodo de hablar, después de la noche tan espectacular como vergonzosa que habíamos pasado, no fue así. Decidimos hacer un pacto, no se lo contaríamos a nadie nunca pero cada año en la misma fecha repetiríamos el fin de semana con todo detalle. Quedan dos semanas y estoy impaciente. 


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