La insufrible cita de Durango
Mañana, sábado, la localidad vizcaína de Durango será escenario de una cita insufrible para las víctimas, para la sensibilidad ciudadana, para la democracia en su conjunto. Los sesenta miembros de ETA que se han visto beneficiados por la anulación de la doctrina Parot van a celebrar su puesta en libertad. La mayor parte de ellos han estado en prisión bastante más de veinte años y todos juntos suman decenas de asesinados. Ninguno de ellos ha mostrado jamás el más mínimo arrepentimiento. No se conoce de ninguno de ellos una sola palabra de piedad o compasión. No lo tuvieron cuando, con toda frialdad, hicieron explosionar bombas o, con extremada frialdad, calculaban el lugar adecuado para hacer blanco. Trataron siempre de acertar a la primera y, a la primera, arrebatar decenas de vidas.
La cita en Durango será legal pero resulta nauseabundo solo imaginar la escena
Los que hoy se van a reunir y de acuerdo con la ley -la democracia está y debe estar siempre sujeta a la ley- son ciudadanos libres y con plenitud de derechos. Entre estos derechos está el de reunión y expresión. Y sí, son ciudadanos libres, pero de ninguna de las maneras les podemos, les debemos considerar ciudadanos dignos. No lo son. No han matado en legitima defensa, ni por estado de necesidad, ni por enajenación mental, ni por celos, ni por arrebato pasional alguno. Han matado a sangre fría los que hoy se reúnen en Durango porque para ellos sus víctimas eran "obstáculos a remover", elementos nocivos para su objetivo último que no es otro que el logro de una Euskal Herria que jamás ha existido ni, afortunadamente, existirá.
La cita en Durango será legal pero resulta nauseabundo solo imaginar la escena. Me temo, que incluso serán capaces de hablar de paz, de los "derechos de todos y todas". No habrá gritos a favor de ETA. Ellos mismos son ETA mientras no abominen de su pasado y de sus crímenes; de su pertenencia a la organización terrorista.
Imaginárselos reunidos produce un punto de náusea y es estremecedor, absolutamente estremecedor que acudan cientos de personas a corearles, a aplaudirles y a mostrar su satisfacción por verles en la calle porque para quienes acudan al acto, los puestos en libertad nunca han sido asesinos ni terroristas. Han sido luchadores por la libertad que merecen reconocimiento y, por supuesto, ser vistos y acogidos por todos los demás con la misma consideración que el resto de ciudadanos que nunca jamás han hecho daño a nadie.
Los aplaudidos son ciudadanos libres pero no se merecen la consideración de ciudadanos dignos
Si la Justicia tiene algo que decir, ya lo dirá, pero aquí y ahora lo más importante es no perder las referencias, no dejar que el bien y el mal entre en una difusa línea de distinción por mucho que mañana les aplaudan. Los aplaudidos son ciudadanos libres pero no se merecen la consideración de ciudadanos dignos y los que les aplaudan, les jaleen y se gocen de verles libres sin haber mostrado arrepentimiento o piedad, son la representación misma de una sociedad enferma.
Una dirigente socialista, cuyo nombre evito por razones obvias, nada más celebrarse las últimas elecciones autonómicas comentó a esta periodista: "es increíble, descorazonar que quienes han matado, han callado ante los crímenes y los han jaleado tengan más votos que los que hemos puesto los muertos". Increíble, estremecedor, pero cierto.
Charo Zarzalejos