La gran liada
Cuando esperaba que se hiciera un balance de sus dos años de legislatura poniendo el acento en que ha enderezado las cosas económicas por las que nadie apostaba un duro cuando llegó al gobierno, y cuando se han alcanzado cifras en el desempleo que no creía nadie, y cuando empieza a llegar más inversión extranjera de la que se esperaba, y además los organismos económicos internacionales y algunos de los más importantes analistas empiezan a elogiar las políticas de Rajoy, resulta que el debate se centra en la reforma de la ley del aborto.
El gozo de Rajoy en un pozo porque no se habla de los resultados de su política, sino de Gallardón
La oposición se está poniendo las botas a costa de la ley y del debate interno que se ha producido en el propio PP, así que el gozo de Rajoy en un pozo, porque no se habla de los resultados de su política, sino de Gallardón, del nasciturus, y de que hacen falta dos médicos para avalar que una gestante puede sufrir secuelas psicológicas si se le obliga a mantener el embarazo de un hijo que va a nacer con graves malformaciones.
No ha acertado Gallardón. Hay quien asegura que Rajoy no quería abordar ahora la reforma porque preveía la polémica, que como todas las polémicas nunca traen nada bueno si se producen dentro de un mismo partido; pero se empecinó su ministro de Justicia y ha provocado el gran follón. Y no está el PP como para sumar problemas a los que ya tiene. Sobre todo cuando se podía haber evitado con algo tan sencillo como esperar la sentencia del Tribunal Constitucional sobre el recurso que había presentado el PP cuando estaba en la oposición, y dando vía libre en cambio a la anulación de la doctrina Zapatero que permitía abortar a las menores de 16 años sin autorización paterna. Pero Gallardón no se ha conformado con eso, como querían la mayoría de sus compañeros. A ver qué pasa ahora, pero se puede pronosticar que la ley que Gallardón pensaba aprobar ya de ya y sin modificaciones, se aprobará bastante más tarde… y con bastantes cambios respecto al texto inicial.
En una sola iniciativa Artur Mas ha demostrado bisoñez, falta del conocimiento de la política internacional
También hay lío en el PSOE. Por lo de siempre. O más bien por lo de siempre desde que perdieron tan estrepitosamente las elecciones del 20-N, con tantos dirigentes empeñados en culpar del fiasco a Rubalcaba como si los demás no hubieran aplaudido a Zapatero con las orejas aunque no formasen parte de su gobierno. Pero la nueva liada ha sido ahora porque se habían puesto excesivas esperanzas en el encuentro de Rubalcaba con Pere Navarro, del que se pensaba que iba a salir una Gran Propuesta con mayúsculas. Una Gran Propuesta que se consideraría ejemplar, porque iba a demostrar cómo el PSOE es capaz de negociar en las circunstancias más difíciles y apaciguar los ánimos de los más rebeldes. Artur Mas en este caso. Sin embargo lo único que salió del encuentro fue la reforma de la Constitución hacia un Estado federal. Lo que repite Rubalcaba desde hace un año, como si fuera el bálsamo de Fierabrás, el gran invento capaz del milagro. Lo peor ha sido que los que apoyan la consulta independentista se han carcajeado del resultado de la reunión, y si de algo hay que huir en política es de provocar risa o no cumplir las expectativas.
Aunque es peor el ridículo, asunto en el que se ha convertido en un experto Artur Mas. Lo de las cartas a los dirigentes europeos ha sido un bochorno, y las explicaciones sobre el porqué del envío de esas cartas, más bochorno todavía. En una sola iniciativa Artur Mas ha demostrado bisoñez, falta del conocimiento de la política internacional, sobrevaloración de su papel como dirigente, y carencia de olfato político. Todo un record.
Pilar Cernuda