Homo Digitalis y la Computación Personal

La tiranía de la Ley de Moore lleva casi medio siglo imperando sobre el mundo de la tecnología, manteniendo una presión al constante desarrollo tecnológico que nos ha llevado, desde las primeras calculadoras que ocupaban salas inmensas, a tener en la palma de nuestra mano el equivalente a un súper ordenador de hace algunos años.

En la actualidad, la mayor parte de los usuarios lleva en su bolsillo suficiente poder de computación como el de un ordenador de hace 3 años. El usuario es capaz de ejecutar una gran cantidad de tareas sin grandes problemas y está pendiente del consumo de energía para garantizar que la batería aguanta el día completo.

El móvil ha adquirido nuevas capacidades y nuevas funcionalidades a costa de otros dispositivos ya instalados

Desde el primer ladrillo que apenas servía para satisfacer el ego personal de su estatus social pasamos a las reglas de etiqueta esnob de los primeros terminales móviles que se dejaban ver cada vez con mayor frecuencia en los sitios más insospechados. El móvil ha adquirido nuevas capacidades y nuevas funcionalidades en muchas ocasiones a costa de otros dispositivos ya instalados, como podrían ser los despertadores, las cámaras digitales, los GPS, los mp3, las grabadoras de voz y las consolas de videojuegos poniendo en su mira otras como los lectores de ebooks, los lectores de vídeo y ¿por qué no? hasta los ordenadores, nuestra cartera y nuestra documentación oficial.

En su apetito insaciable por transformarse el dispositivo definitivo de computación personal, el móvil se ha desarrollado en potencia, dimensión de pantalla (que alcanza ya las 5 pulgadas con resoluciones de alta definición) y en autonomía que permite utilizarlos de forma intensiva durante una larga jornada de trabajo, además de ganar en posibilidades de conectividad a internet, redes de empresas, periféricos, monitores y otro sinfín de dispositivos funcionales.

¿Cómo llamamos a un dispositivo que nos da las funciones que queremos con la potencia y la calidad que necesitamos? ¿Qué nombre le damos al dispositivo que permite mantener nuestra información profesional, social y personal, y está siempre al alcance de la mano de forma ubicua? Es posible reconocer entre esas funcionalidades la que definen en concepto a un ordenador personal, pero que en este caso no se aplica dado que no es realmente un ordenador, pero si una herramienta de computación personal a nuestra servicio las 24 horas del día.

El aumento del número de dispositivos que existen en la actualidad no hace más que acelerar la percepción por parte de los usuarios de que necesitan un dispositivo único a medida de sus necesidades, que le hagan el día a día mas fácil sin tener que salir de casa, con los bolsillos repletos de dispositivos electrónicos, la maleta llena de cargadores y cables, como un cyborg más proprio de una película de ciencia ficción que de un utilizador de los transportes públicos camino de su trabajo.

Los fabricantes de dispositivos digitales llevan algún tiempo jugando con dispositivos híbridos, que no son ni teléfono ni ordenador, o que se acoplan al ordenador para aumentar las capacidades como el caso de Motorola y su Atrix entre otros, transformando el móvil en un ordenador personal.

Estamos en la frontera de la verdadera computación personal, una idea sometida a debate desde hace muchos años

Estamos en la frontera de la verdadera computación personal, una idea sometida a debate desde hace muchos años y generalmente asociada a la imagen del PC (Personal Computar - Ordenador Personal), y que ahora cederá el testigo al dispositivo que en la actualidad conocemos como móvil.

Atiendan, todas las tecnologías utilizarán un sólo dispositivo para gobernarlos y ya están listas:

Nos despertaremos con su alarma y desayunaremos leyendo y escuchando las noticias. Pagaremos y accederemos al metro con él. Leeremos un libro mientras vamos a trabajar y podremos continuar ese nuevo juego que compramos hace unos días (¡“que corto se hace el viaje”!). Al llegar a nuestro destino de trabajo, lo conectaremos a nuestro monitor, teclado y red de empresa, donde podremos trabajar con las aplicaciones de la empresa. Organizaremos nuestra agenda y nuestras reuniones con él mientras que vamos haciendo esa multiconferencia entre varias oficinas. Una de las reuniones está a unos bloques de distancia pero el trayecto no nos es familiar, utilizando el GPS de realidad aumentada del móvil rápidamente encontramos el camino que, como miguitas digitales, nos indicará la
ruta a que seguir. A medida que pasamos frente a los escaparates de las tiendas, éstas nos detectan y nos envían promociones o directamente nos enseñan los últimos productos disponibles, pero hoy no hay tiempo para compras. Nos identificamos con nuestro móvil y empezamos la reunión. Proyectamos nuestra presentación a través del cañón digital que se ha conectado a nuestro móvil. Al terminar el día, llamaremos al taxi más cercano para que nos lleve a casa mientras pedimos y pagamos esa pizza que nos entregarán justo en el momento en el que nos acercamos al domicilio. Se conectará el televisor de 60 pulgadas OLED de pantalla curva y ultra alta definición para ver nuestras series favoritas o esa última película que no pudimos ver en el cine. Si nos aburrimos, cogemos el controlador de juegos y cambiamos a modo consola disfrutando el juego que habíamos empezado por la mañana en el metro, pero ahora a toda pantalla y toda definición. Al terminar la noche, mientras volvemos a cerrar el ciclo definiendo la alarma para el día siguiente, pondremos el móvil sobre su bandeja de carga por inducción, listo para empezar un nuevo día con una maravilla tecnológica.

Ciencia ficción, no; ciencia real, y se podría haber llevado más lejos a través de las tecnologías de computación en la nube, agentes y muchas otras, que como alter ego digital nuestro nos ayudará a controlar nuestra segunda vida digital. Pero esto es otra historia que pronto contaremos.

Daniel Parente/Estrella Digital

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