Ha sido el fin del mundo, sin duda
El fin del mundo era esto. El paro, los desahucios, las tasas universitarias, el IVA, la pérdida de poder adquisitivo de los pensionistas, la persecución a los funcionarios, el pago por receta, el pago de ambulancias, la restricción de medicamentos, los tres euros de los comedores escolares, el IRPF, la subida de precios de servicios básicos, la privatización de la sanidad, la reforma laboral, los ERES...
El fin del mundo era el fin de la primavera árabe, el carnaval sangriento de Siria, el fin de la cooperación internacional y el hambre que mata
El fin del mundo fue la transmutación de las medidas del último Gobierno de Zapatero en las medidas del primer Gobierno de Rajoy. El fin del mundo era el fin de la primavera árabe, el carnaval sangriento de Siria, el fin de la cooperación internacional y el hambre que mata. La pobreza con rostro tecnológico. El Ipadmini y los colchones bajo los puentes, android y miseria. El fin del mundo ha sido el guardia civil que confiesa el repugnante espionaje de Madrid, el independentismo burgués de Catalunya con votos de una Esquerra de cartón.
El fin del mundo son las fronteras escatológicas, el extraño sin papeles y sin hospital para vencer la enfermedad. Médicos, enfermeras, auxiliares, celadores, administrativos de Hospital y centro de salud, todos en comunión, defendiendo lo público. Maestros, alumnos y padres antisistema. El fin del mundo era una lobotomía estilo Wert, la naranja mecánica en la Moncloa.
El fin del mundo debió de ser el fin de las mamandurrias, pero que va, ahora, el fin del mundo tiene las vacaciones pagadas de la lideresa, el escarnio sobre los sindicatos, las piezas que sostenían la parte justa del sistema. ¿Serán los médicos delegados sindicales? ¿Y ahora qué, señora Aguirregonzález?
El fin del mundo era esto. Los seis millones de hombres y mujeres acribillados en las oficinas del INEM mientras pasan el tiempo sin trabajo. Las tasas judiciales y el presidente del supremo al que no se le respeta el reconocimiento que merece, el personaje siniestro que gobierna la Justicia desde turista, el pobre.
El fin del mundo era un balcón abierto, una soga en la que se colgaban las víctimas del desahucio. Y el fin del mundo es que te metan en la cárcel por apoyar una huelga general en un país que se va por las alcantarillas. Las cuentas suizas de Arturin, las reformas judiciales de Gallardón, el alcalde gastón que empobreció Madrid.
El fin del mundo era esto. Los seis millones de hombres y mujeres acribillados en las oficinas del INEM
El fin del mundo fue ya en el Arena, y en la farsa de la comisión de investigación, los negocios de Flores, el médico Viñals, el único que no hace huelga, llenando la faltriquera. El fin del mundo se filtra por las rendijas del Estado, el que indulta torturadores contra la opinión y decisión de los jueces.
El fin del mundo era Díaz Ferrán, y una jirafa disecada, horteras; y un cargo público colgándose testículos de animal en la cabeza para certificar y rubricar el asco que él mismo produce.
El fin del mundo viene directamente de la Fabra, y si les asusta el fin del mundo ¡que se jodan!, como dicen con elegancia. O de Fátima, que ella también es humana aunque nunca lo parezca, y el tipo este que se tira desde la estratosfera para volver a la tierra, él que podía haberse fugado de este infierno, será zoquete.
Y esos de Bildu que les gustaba anticipar el fin del mundo por la nuca, ellos, la coartada legal de los asesinos que se irán silbando, como silbaban las balas, de rositas. De rositas díez, de cantós y esos parlmentodiputados a los que rodea la sociedad de vez en vez, en la plaza de Neptuno, mientras sus señorías se hacen cruces porque los Ipads son como las gominolas, se les vuelan en un pis pás.
El fin del mundo, que pena. Ya saben, la verdadera sabiduría, la de Manolo Gómez Bur: Tamparantán que te han visto Pepe, Tamparantán que te han visto Juan...
El fin del mundo, de todas formas, ya verán, llegará de nuevo y de otra forma, pondrá del revés este mundo después de este fin, y habrá otro comienzo.
No tengan ninguna duda. Crean, yo lo hago.
Rafael García Rico