Gracias, Gallardón
Gracias, Gallardón, por sus denodados esfuerzos para despertar a esta sociedad anestesiada, a la que suben impuestos, bajan los sueldos, merman pensiones y tratan como si fuera tonta y apenas se queja.
Gracias de veras por empeñarse en que reaccionemos de una vez, que es que no nos enteramos; que nos dejó a Ana Botella como sucesora en la alcaldía de Madrid, burlando el voto que los madrileños le dieron a usted en las urnas; y Miguel Arias Cañete, ministro de Alimentación, nos recomendó la comida caducada; y Cristóbal Montoro, titular de Hacienda, nos dijo que nuestros sueldos no bajaban, sino que crecían “moderadamente”, y aquí no ha pasado nada.
¿Recuerda cómo clamaban sus compañeros de partido Mariano Rajoy, María Dolores de Cospedal y Cristóbal Montoro, entre otros, contra las subidas de la luz de las dos últimas legislaturas socialistas? ¿Y cuando prometieron que no iban a subirnos los impuestos? Eran otros tiempos, claro, como en aquel anuncio de La Casera en la televisión con sólo dos canales y en blanco y negro: “¿Recuerdas cuando bebíamos agua?” En cambio ahora, ya ve usted… Somos como las doncellas que se desmayan en las películas antiguas, a las que los galanes no logran espabilar “a cachetitos” y optan por despertarlas a lo bestia, con un jarrazo de agua fría en toda la cara, práctica que nunca nadie ha criticado, pero me reconocerá usted que hace falta ser un poco animal. Siempre me ha intrigado que la bella durmiente de turno se despertase sobresaltada, pero sin despeinarse.
Su jarro de agua fría, Gallardón, sí que nos ha despeinado. Ha sido como la ciclogénesis explosiva esa que ha llegado con un viento huracanado bajo la fórmula de Ley de Protección de los Derechos del Concebido y de la Mujer Embarazada. ¡Ole, ministro! Siga así, siga y volveremos a preguntarnos si nos acordamos de cuando bebíamos agua, porque al precio que se están poniendo las cosas será lo único que bebamos. Luego nos dijeron aquello de “si no hay Casera, nos vamos” y a nosotros ya nos empiezan a entrar ganar de salir todos pitando.
Hacía treinta años que habíamos superado la polémica del aborto y ha venido usted a resucitarla
Sigan todos ustedes sacudiéndonos estopa, que hacía treinta años que habíamos superado la polémica del aborto y ha venido usted a resucitarla. Para que luego se quejen de que Zapatero hizo lo propio con lo de su Ley de la Memoria Histórica. Al final, todos ustedes son iguales, removiendo algo tan íntimo como nuestras heridas, sentimientos y conciencias. Pero a ninguno de ustedes se le ocurre legislar para que un político corrupto tenga que devolver hasta el último céntimo de lo que haya robado o cobrado en comisiones ilegales y que, además, tenga las máximas responsabilidades penales, con condenas ejemplares, sin posibilidad de indulto alguno y con inhabilitación perpetua para cualquier cargo público o responsabilidad, aunque sea de presidente de su comunidad de vecinos. De eso, nada. “Lagarto, lagarto…”
En fin, don Alberto, sigan ustedes sacudiéndonos estopa. A ver si así escarmentamos y dejamos de portamos como un péndulo, yendo de un extremo al otro. Que cuando estamos hartos de una izquierda incapaz y sin principios, nos echamos a los brazos de una derecha sin fin. Y viceversa.
Carlos Matías