Expectativas en Francia

El primer turno de las elecciones presidenciales francesas se ha cerrado. La victoria del candidato socialista Hollande responde a lo anunciado por los sondeos en las vísperas electorales y lo que ratificaban las encuestas a pie de urna. El presidente Sarkozy ha quedado en un incómodo segundo lugar, y en tercera posición un resultado más abultado del inicialmente previsto para la candidata Marine Le Pen, del Frente Nacional. Mèlenchon, ex ministro socialista, líder del llamado frente de Izquierda se sitúa en el cuarto puesto, desterrando en el resultado al quinto lugar a un apagado y desdibujado Bayrou, el centrista que nunca ha llegado a cuajar una alternativa solida.

En cualquier caso, lo que parece definitivo es que Sarkozy deberá medirse con Hollande en una segunda vuelta el próximo seis de mayo. Hasta el momento, tanto el izquierdista Mèlenchon como la ecologista Joly han pedido a sus partidarios que voten al candidato del PSF. Por su parte, la candidata de la extrema derecha e hija del fundador del Frente Nacional, Jean Marie Le Pen, ha evitado pronunciarse, y Bayrou espera a ser llamado para decidir de qué lado inclina a sus votantes.

Este es el punto de partida de una quincena electoral definitiva. Pero la verdad es que en estas elecciones se disputa algo más que el voto de los franceses: toda Europa permanece atenta al devenir electoral francés porque lo que sí ha conseguido Hollande es reactivar un cierto sentimiento de resistencia a las políticas de Merkel, ofreciendo un programa alternativo al ajuste y al control del déficit que tanto reclaman los mercados financieros y la dirigente alemana, y ha apostado por una reactivación económica que favorezca el crecimiento y la creación de empleo sin fijar como un único paradigma el control del gasto.

A crear una ilusión de confianza en torno a Hollande ha contribuido también una caótica y errática campaña de Sarkozy, que ha sido incapaz de fijar las expectativas de sus electores en torno a una idea electoral clara. Sarkozy ha intentado fagocitar algunas de las propuestas de sus rivales, incluidas las de Mèlenchon y ha apostado desde el primer momento por erigirse en el defensor de una Francia fuerte, o lo que es lo mismo, apropiarse del discurso xenófobo y antiinmigrante que hasta ahora capitalizaba Le Pen. Y lo ha hecho con tan poca fortuna que lo único que ha logrado es asentar en la agenda el discurso de la extrema derecha, pero no hurtarle a sus votantes.

En la segunda vuelta ya parece claro que el inquilino actual del Eliseo insistirá en buscar el voto por la extrema derecha, así ha sido vista su propuesta a Hollande de realizar tres debates, uno de ellos sobre inmigración. Debates que Hollande ha rechazado. Parece que Sarkozy se identificará con el discurso radical y no peleará los restos del centro que, en cambio, Hollande puede perseguir cómodamente ya que su rival no lo hará y porque además cuenta ya con el respaldo anunciado de ecologistas y radicales de izquierda en sus distintas versiones, cuyos votos puede contabilizar sin perseguirlos.

Las elecciones presidenciales francesas son importantes porque suponen el primer debate político de envergadura acerca de las opciones que hay en política económica para salir de la crisis. Llevamos más de tres años atascados en una estrategia de contención del gasto que está ahogando nuestras economías, y en ese contexto las propuestas de Hollande pueden sensibilizar a Ángela Merkel, y así suavizar la draconiana política que impide el crecimiento y el desarrollo en Europa.

Quedan quince días para definir el destino de los franceses para los próximos años y para que Europa se reescriba o siga por la senda actual. En Estrella Digital seguiremos muy atentamente este proceso político de tan extraordinaria importancia política.

Editorial Estrella