Exministras sin alma
La señora Trujillo ha sido reveladora: “el que tenga deudas, que las pague”. Aún impactado por tan conmovedora y científica aseveración, trato de imaginarme qué tendrá la exdiputada y ministra de ZP, en la cabeza para importunarnos con tan categórica admonición. Quizá un resentimiento extemporáneo pero de tanto arraigo que resulta indisimulable, y que aflora con urgencia ante cualquier circunstancia de la actualidad pública.
Puede que Trujillo sea así, un proyecto eclosionado al salir del despacho: una serpiente surgida de un huevo ministerial
Si la señora se ha tirado por el balcón, pues que no se hubiera hecho una hipoteca; si el Congreso aprueba los recortes, que se jodan los parados. Hay una secuencia lineal entre el fabrismo ordinario y la evidencia de Trujillo; una comunicación mística que trasciende lo mundano; un impulso ininterrumpido de ortopedias cerebrales. Algo que excede a nuestro vulgar entendimiento, a nuestra ilusión, estúpida y contumaz, de creer en la bonhomía cuando los hechos demuestran que nos pone joderle la vida a los de al lado y pisarlos si tropiezan: que el que la hace, la paga. Como dice la Trujillo
La ministra es un caso singular, ya que de Fabra conocemos su genética, estímulo de su florida dialéctica y castelariano discurso intelectual; pero de la doctora Trujillo nos faltan datos. ¿Puede que siempre fuera así? Y entonces, como diría Elena Valenciano, ¿Dónde y cuándo perdió su alma socialista? Y si no la tiene, ¿La abandonó en el ministerio? ¿La perdió algún viernes en Moncloa?
Puede que, en verdad, nunca la tuviera. Puede, quién sabe, que no exista tal alma y que por eso se prodiguen tanto los Solchagas, los Sebastianes, esos ministrillos que llevan el cargo en el bolsillo, y que se ponen el ideario por montera mientras pasean por las alfombras del poder. Puede que ella sea así, un proyecto eclosionado al salir del despacho: una serpiente surgida de un huevo; un huevo ministerial, claro.
¿Qué le pasará a esta gente por el cerebro resentido? ¿O será que lo que les falta no es el alma socialista, sino el cerebro racional que nos distingue de los monos? Y de las monas, puntualizaría alguna astuta compañera de gabinete.
De los otros, al otro lado, ni opino, va en su naturaleza. Allá ellos.
Rafael García Rico- en Twitter @RafaGRico– Estrella Digital
Rafael García Rico