El váyase y más

El "váyase señor Rajoy" de Rubalcaba, en la solemnidad de la sede parlamentaria, es una apuesta demasiado grande en términos políticos para que se quede solo en una frase dura, pero vacía de consecuencias prácticas. Si con ello el líder del PSOE ha querido poner un antes y un después a su forma de ejercer la oposición, debe concretar un poco más su estrategia y no limitarse solo a tirarse a la yugular del adversario pero no sin hincarle el diente.

¿Cuál será su estrategia para seguir defendiendo a José Blanco si, tal como parece, se sienta en al banquillo acusado de tráfico de influencias?

Es verdad que la estrategia de Rubalcaba ha recordado al famoso "váyase señor González", que en su día usó Aznar como estrategia de desgaste al entonces presidente del gobierno, pero las circunstancias de entonces y ahora son muy distintas, entre otras cosas porque entonces los socialistas llevaban más de una década gobernando y ahora los populares apenas hace un año que llegaron a la Moncloa. Si se trata de repetir experiencia, Rubalcaba no debe olvidar que Aznar después de pasarse toda esa legislatura invitando al socialista a coger la puerta, consiguió ganar por la mínima y eso que entonces el PSOE estaba hecho unos zorros por la corrupción.

Muchos nos preguntamos cuál será la estrategia de Rubalcaba de ahora en adelante. Si ha utilizado la bomba atómica del "váyase" no puede, a partir de ahora, usar una escopeta de perdigones. Entonces, ¿qué guarda para el debate del Estado de la Nación? que se celebrará la semana próxima. Si no tiene escondido un "as" potente en la manga todo quedara en nada, porque la contrarréplica es fácil. Pida que se convoquen elecciones, diga si va a ser usted o no el cartel electoral del partido del puño y la rosa o utilice la moción de censura como una forma, sino de ganar -cosa imposible frente a la holgada mayoría de los populares- sí de demostrar que hay otras formas de hacer las cosas.

"Le pido que renuncie, que lo deje. Usted no puede resolver la crisis política que tiene hoy España y que usted mismo ha creado", sentenció Rubalcaba refiriéndose al caso Bárcenas y apuntando al presidente con el arma más potente que la oposición tiene a su alcance. El problema ahora es con qué munición le seguirá disparando cuando también en su propia casa tiene cosas muy feas que le pueden estallar. ¿Cuál será su estrategia para seguir defendiendo al expoderoso ministro y secretario de organización José Blanco si, tal como parece, se sienta en al banquillo acusado de tráfico de influencias? ¿Predicará con el ejemplo pidiéndole que se vaya o se limitará a pasar de puntillas sobre un asunto que afecta a los suyos?

No es cierto que Rubalcaba, como dicen algunos, no tenga autoridad moral para pedir la dimisión del presidente del gobierno, de los ministros y del sursum corda. La tiene. Pero a renglón seguido debe hacer lo propio con los suyos, incluido el gerente de su partido que hizo gestiones para la adjudicación de contratos a la constructora Extraco o cuya firma era la que aparecía en los contratos a ese fantasma llamado Amy Martín. Se podrá decir que los casos del PP y el PSOE no resisten la comparación y puede ser verdad pero no hay corrupción grande o pequeña. La corrupción es la misma se trate de robar millones o unos cientos de euros y si es dinero publico más. Lo importante es el acto en sí. Dimisiones sí, pero de todos los lados porque sino el argumento tiene trampa.

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Esther Esteban