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El Tribunal de Cuentas

Hace unos meses, el presidente del Tribunal de Cuentas, Ramón Álvarez de Miranda, hizo en el Congreso una dura crítica del llamado Plan E, que el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero puso en marcha durante los años 2009 y 2010.

Hace unos días, el propio Tribunal de Cuentas ha detectado numerosas "deficiencias" en los contratos de publicidad y propaganda de los ministerios económicos y sus organismos autónomos del Gobierno socialista de Zapatero en su primera legislatura, de 2005-2007.

El Tribunal de Cuentas ha descubierto ahora irregularidades en las decisiones de El Olvidable

La lista podría ser innumerable. Qué bonito. El Tribunal de Cuentas ha descubierto ahora irregularidades en las decisiones de El Olvidable hace dos o siete años. Da igual. El problema es ¿y ahora qué? El Olvidable se saltó la ley porque le dio la gana ¿pero ahora qué hacemos? No sé siquiera si habrá algún castigo por ello pero ¿qué castigo se puede imponer siete años después? ¿Qué hacemos ahora con el dislate del Plan E?

¿Para qué sirve, entonces, el Tribunal de Cuentas, esa carísima institución ineficaz para fiscalizar las cuentas y la gestión económica del Estado y del sector público?

Creo que para nada. En este febrero de 2013, todavía está pendiente la elaboración del informe correspondiente a 2008 y a los años posteriores. Y eso que cuesta una pasta gansa mantenerlo en pie. Su presupuesto total es de 61,335 millones para 2013.

¿Y en qué se gastan sus señorías este dinero? Pues, por ejemplo, cada consejero se reparte 112.578,34 euros en 14 pagas anuales. Y son 12 consejeros.
Pero, claro, hay más. El Fiscal general cobra 26.069,96 euros de sueldo anual, a los que se le suman otros 80.853 euros en concepto de 'otras remuneraciones'. En total, este hombre se lleva a casa 106.922,26 euros y el Secretario general de la institución 96.921,72 euros anuales. Pero hay más aún. Las retribuciones se incrementan por antigüedad de los interesados según decisión del propio Pleno y pueden llegar a ser aún mayores si se trata de personas que son o han sido funcionarios y a los que se les reconocen trienios. Y más madera. Todos los consejeros cuentan con un coche oficial con conductor a su disposición. Y más aún. Y luego está la larga lista de jefazos, jefes y jefecillos más unos cuantos funcionarios de a pie. Pocos. Cosa que no se entiende porque ellos son los que hacen el trabajo duro y sucio.

Cada consejero se reparte 112.578,34 euros en 14 pagas anuales

Aquí hay algo que no tiene sentido. Si el Tribunal de Cuentas tiene entre sus funciones, controlar las cuentas de las instituciones públicas y los partidos, porqué no se le dota de más medios técnicos y humanos.

¿Por qué no lo reforman si no quieren o no pueden darle medios? Porque descubrir los errores de un gobierno como los que se señalaban más arriba también es corrupción política. Es una pena que tengamos unas instituciones tan maravillosas sobre el papel y tan ineficaces en la práctica.

Y ya veremos en qué queda este, en teoría, prestigioso Tribunal cuando se apruebe la Ley de Transparencia que ya se debate en Comisión, en el Congreso, y a la que ha asistido el propio Presidente del Tribunal como experto y ha reconocido sus bondades...

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La sonrisa de la avispa