El "paseíllo" de Ortega Cano

Ya no se viste de luces, ni tan siquiera utiliza el color en su vestimenta, pero lo que no ha olvidado es hacer el "paseíllo". Eso sí, el porte torero que lucía cuando pisaba el albero de las plazas con su capote de paseo al hombro sí lo ha olvidado. Ahora lo hace casi de manera cabizbaja y sin lucir palmito.

Antes lo que mejor manejaba era la muleta y, sobre todo, el capote. Ahora, con lo que más luce es con el teléfono. A través de él estuvo este martes, en apenas una hora, en los tres grandes magazines matinales de nuestras pantallas, con Ana Rosa primero, Susanna Griso después y Mariló Montero como tercera opción. Vamos, como si el diestro supiera de antemano quién es la "reina" de la mañana y quienes su primera y su segunda dama de honor.

El exmatador no compareció para hablar de sus gestas taurinas, con lo que más habría lucido, ni tan siquiera para recordar a su Rocío, con lo que más se habría emocionado. Lo hizo, cómo no, para tratar de defender de algún modo el nombre de su hijo José Fernando, el mismo que lleva en prisión varias semanas acusado de varios delitos tras un altercado que protagonizó en un club de alterne de Sevilla.

Que si el chico está arrepentido y asegura que no lo hará más (¡faltaría!), que si es alguien con buen corazón al que le fallan sus "cambios de personalidad", que si ya con su exmujer le habían llevado de pequeño a seis o siete psicólogos, que si "he hecho todo lo posible como padre", o que "si Rocío estuviera aquí esto no habría sucedido", son algunas de las cosas que dijo en su defensa.

Lo que diferenció, sobre todo, aquellos tiempos con la chipionera de éstos es que ahora Ortega se "encerró" de alguna manera con las tres grandes "ganaderías" televisivas en una misma tarde, más correcto "mañana" en esta ocasión, sin cobrar ni un euro, por la patilla. Vamos, casi como ahora da TVE las corridas de toros.

Por un hijo, como él mismo reconoce, hay que hacer lo posible y lo imposible, por mucho que llevara dos meses sin saber de él antes del altercado en el club. Y si tiene que ir en directo a cualquier programa nocturno, y también "de gratis", pues se va y no pasa nada. Bueno, eso es lo que él se cree, porque a esas horas ya no podría esperar la amabilidad con la que le han tratado en la franja matinal. En ese "circo" hasta el mejor diestro puede pinchar en hueso.
 


 

La mosca