El discurso del Rey
El discurso de Su Majestad el Rey, Felipe VI, en la Nochebuena de este año, no fue uno más. A diferencia de anteriores discursos emitidos en nuestra actual democracia, este último tuvo continente y contenido.
Comenzando con el continente del discurso, es digno de resaltar que en estos momentos y con los preocupantes avatares de España, se haya producido la grabación de ese mensaje navideño por primera vez en los salones del trono del Palacio Real de Madrid. Su Majestad ha preferido abandonar las repetidas imágenes del Palacio de la Zarzuela como hacía su padre, el Rey Juan Carlos, mostrando de esta manera una simbología y una fuerza de imagen digna de elogio por parte del nuevo monarca.
La simbología de lo que significa dicho palacio está unida a la Historia de España, una historia de una gran nación, forjada en el paso de los siglos gracias a la colaboración, solidaridad y unión de todos los españoles. Desde catalanes, canarios, vascos o castellanos entre otros, quienes todos juntos supieron remar en la misma dirección y utilizar la misma nave para hacer grandes gestas históricas para este país y engrandecer a nuestra nación. Por supuesto, que como en todas las grandes naciones del mundo, en la española se pueden buscar luces y sombras en su devenir, pero todo ello es parte de nuestro legado y de nuestra herencia de país.
Aquellos que critican que se haya elegido el escenario del Palacio Real por parte de Felipe VI, no entienden que una imagen vale a veces más que mil palabras. La actual amenaza a la unidad de España, donde los independentistas catalanes afilan todos ellos sus bayonetas y quien manda en ese ejercito de secesionistas son un puñado de antisistemas de la CUP, primos hermanos de los batasunos vascos en modos, imágenes, vestimentas y coreografías, dispuestos a cargarse la unidad de España, el modelo constitucional y la propia monarquía. Y esperando en la retaguardia los independentistas vascos para seguir sangrando y destrozando a España. Pues bien, ante esa terrible amenaza cada vez más acuciante, el Rey Felipe demostró aplomo, grandeza y visión de Estado eligiendo con gran altura de miras la ubicación del Palacio Real como imagen del discurso de Navidad a toda la Nación.
En cuanto a la segunda parte del discurso, a la que yo hacía referencia, es decir, el contenido del discurso dejando aparte lo que le rodea en imágenes y detalles. Centrándonos en las palabras y los mensajes del monarca, debo decir que el Rey estuvo a gran altura, diciendo lo que la mayoría de españoles esperamos de nuestro Rey, utilizando frases realistas, pegadas a la realidad de la calle, trasladando un mensaje de confianza, búsqueda de consensos, responsabilidad, entendimiento y unidad lejos de los retrocesos que conllevarían las imposiciones de aquellos que no aceptan las reglas y las leyes de nuestra Constitución y de nuestra democracia.
Por eso no puede sorprender a nadie que a comunistas, antisistemas y nacionalistas independentistas no les haya agradado dicho mensaje e insulten y menosprecien las palabras del monarca. Es la reacción lógica de los que se pasan las leyes por el arco del triunfo y cuyo único objetivo es joder, destrozar y romper España y a sus instituciones todo lo que puedan.
El día que, todos estos escuálidos que berrean desde la izquierda más rancia y extrema y que junto a las hienas separatistas aplaudan o elogien las palabras del monarca, entonces sí será el momento de decir que en algo nos hemos confundido y desenchufar.
Carlos Iturgaiz