El cogote de Su Alteza

El vídeo de la infanta Cristina ante el juez Castro, el 8 de febrero, ha causado más revuelo que Silvia Kristel en la película “Emmanuelle”, en los años setenta. El juez aún está buscando al autor de la grabación, mientras las ‘teles’ muestran imágenes de otros presuntos delincuentes, con nombre, apellidos, domicilio, familia, amigos y vecinos, sin que nadie se escandalice. Acaban de hacerlo otra vez con el profesor acusado de abusos sexuales en el colegio Valdeluz de Madrid y no tardarán en hacerlo de nuevo.

El juez Castro había prohibido taxativamente la entrada a los juzgados de Palma con cámaras, teléfonos móviles y dispositivos electrónicos. Había que impedir a toda costa que nadie pudiera “inmortalizar para la posteridad” a la segunda hija del rey declarando como imputada ante la Justicia. Puertas al campo. Existen ‘pendrive’, gafas, relojes de pulsera y otros ingenios “espías”, que pasan inadvertidos por los detectores, escáneres y controles de seguridad.

Se apela a la “pena de telediario” porque Doña Cristina es “presunta”, pero un profesor es acusado de abusos sexuales y hay “barra libre” mediática

Al que haya osado saltarse la prohibición judicial se le va a caer el pelo. Los responsables de la plataforma Wouzee, donde el vídeo se colgó el día 10, dicen estar “encantados” de colaborar en las investigaciones de la Justicia. Pero de lo que deben estar entusiasmados es de la publicidad conseguida, teniendo en cuenta que es una empresa pequeña, recién fundada y casi desconocida hasta ahora. Empresa creada por Marcial Cuquerella Gamboa, hermano de Julia Cuquerella, asistente personal de Iñaki  UrdangarIn, y de Olga, empleada “fantasma” de Aizoon, ¡qué casualidad!

¡Gran afrenta la perpetrada por el grabador del cogote de Su Alteza, tan parca en palabras ante el juez! Se apela a la “pena de telediario” porque Doña Cristina es “presunta”, no lo olvidemos, y al final puede ser exculpada. Hagan apuestas. Pero un profesor es acusado de abusos sexuales en un colegio y hay “barra libre” mediática para fotos, reportajes y entrevistas incluso a alumnas menores de edad. No pasa nada.

Soy de los que piensan que un pederasta, un acosador o cualquiera que abuse sexualmente de otro no merece ni el aire que respira. Pero hasta que no lo determine un juez es tan “presunto” como la infanta. Sin embargo, llevamos días viendo fotos y escuchando el nombre y apellidos del profesor acusado en todos los programas de la “tele-morbo” y en todos los informativos, así como los de sus presuntos encubridores.

Quizás sea un símbolo que de la séptima heredera de la Corona de España (aún) sólo se vea la coronilla. De Silvia Kristel, en cambio, lo vimos todo.

Los que no tienen problemas de intimidad son los quince inmigrantes muertos en su intento de colarse en España a través de la playa del Tarajal de Ceuta. Con ellos guardamos hacia su intimidad una pulcritud exquisita. Fue el pasado 6 de febrero y más de diez días después no se han publicado sus nombres, ni ningún medio (hasta la fecha, que yo sepa) ha desplazado a ningún reportero a sus poblados de origen, para intentar localizar y hablar con sus familias, mostrarnos su miseria, contarnos su tragedia y su dolor. Decimos que son “subsaharianos” y nos enredamos en debates sobre lo apropiado o inapropiado de los métodos de la Guardia Civil para repelerlos y sobre si deben dimitir o no los responsables del Ministerio del Interior. Los muertos al hoyo y los vivos a seguir peleándonos por el bollo.

Sí, el vídeo de la infanta ante el juez Castro ha causado más revuelo que la película “Emmanuelle”. A Doña Cristina sólo la vemos su egregio cogote, mientras responde “no lo sé”, “no me consta” o “no lo recuerdo”. Quizás sea un símbolo que de la séptima heredera de la Corona de España (aún) sólo se vea la coronilla. De Silvia Kristel, en cambio, lo vimos todo. Elijan cuál de las dos imágenes es más pornográfica.

Carlos Matías