Donde pongo el ojo pongo el cubata

Se acerca una de las fechas más ‘olvidables’ del año: la cena de empresa de Navidad. Y sorpresa, ¡una ginebra puede hacer que salga gratis! Es lo último en campañas promocionales nocturnas. No es broma, la tan de moda ginebra Bulldog (www.bulldoggin.com, la de la botella negra) invita a tan navideña cita en la que quien más quien menos pierde los papeles e incluso hay quien pierde el trabajo. La marca asegura que será una noche única, exclusiva y original. Vamos, lo que viene siendo una cena de empresa, pero con un punto extra… y no solo el que da el alcohol.

Las compañías que quieran presentarse a tan curiosa iniciativa deben tener un máximo de 20 trabajadores. Se podían haber ahorrado la aclaración porque tras la reforma laboral de Mariano Merkel y Angela Rajoy –tanto montan, montan tanto (montar-cubrir-fornicar-practicar el coito-joder)– resulta harto complicado encontrar compañía con tal cantidad de empleados. Con la que está cayendo, una empresa con 20 trabajadores prácticamente cotiza en bolsa.

Las empresas que han querido cenar por la patilla –el plazo ya ha terminado– han tenido que grabar y mandar un original vídeo explicando por qué su empresa es merecedora de tan navideño regalo. Y esto, como siempre, ¡cuanto más original sea el vídeo, más posibilidades tienen de ganar!

Reconozco que no soy nada amigo de las cenas de empresa, pero a esto de las grabaciones sí que les veo que pueden dar juego: el gay armarizado de la oficina puede aprovechar para travestirse, los amantes secretos pueden juntarse más de la cuenta sin levantar demasiadas sospechas… Siempre queda la excusa de ‘¡todo por la cena gratis!’

Ana Botella, por ejemplo, hubiera tenido muchas papeletas de cenar por la cara si hubiera versionado el videoclip ‘I want to break free’ (http://www.youtube.com/watch?v=bRdo7WXTVoM) de Queen y apareciera pasando la aspiradora como Freddie Mercury, así con bigote y todo.

Sería un simpático guiño a los madrileños en general y los barrenderos en particular por el mes de noviembre que nos ha dado. Sin rencores, recortes o acritud. Eso, si la grabación no la pillara en el spa.
En Moncloa hubieran tenido serias posibilidades si versionaran el terrorífico anuncio de la lotería de Navidad, a ver si se llevan la pedrea, en vez la pedrada. Gallardón daría el do de pecho para no abortar el proyecto, sería un perfecto Bustamante. Ana Mato lo mismo encontraba su auténtica vocación interpretando a Marta Sánchez, ¡al menos es rubia! El papel de esa Caballé de pesadilla lo bordaría Fátima Báñez; el folclore y simpatía de la Niña Pastori lo podría poner Ana Pastor; y Montoro haría como nadie de Raphael, tarareando los cánticos de los niños de San Ildefonso, pero con cara de mister Scrooge. Aunque los celos de Wert por el papel podrían poner en riesgo la cena navideña gratuita del Gobierno. Por cierto, ¿alguien se ha dado cuenta que Raphael tararea la musiquita del sorteo en pesetas en vez de en euros? Fíjense.

Montoro haría como nadie de Raphael, tarareando los cánticos de los niños de San Ildefonso, pero con cara de mister Scrooge

El PSOE podría haber hecho un homenaje a la popular serie ‘Aquí no hay quien viva’ con Rubalcaba como presidente de esta nuestra comunidad. “Váyase señor Cuesta, váyase”, le dirían sus convecinos. La llegada de la nueva vecina sevillana –¡que mona va esta chica siempre!– le daría color al vídeo.

Son solo algunas ideas que se me ocurren en mi lugar favorito para pensar, meditar, reflexionar… No, no es el trono, es la barra del bar. Y desde este lugar privilegiado desde el que controlo todo el garito, diviso a un grupo grande de jóvenes… ¡celebrando una cena de empresa!

Cenas para infieles

Dicen los de Ashley Madison (www.AshleyMadison.com), la web líder en aventuras extramatrimoniales, con más de un millón de usuarios en España, que las cenas de empresa es el momento más esperado del año para tener una aventura. Según una encuesta realizada entre sus infieles españoles registrados, el 62,4% de las mujeres y el 53’8% de los hombres han tenido un lío en esta noche de desenfreno.
Así que, con los datos en la mano, naturalmente me acerco a su mesa, que, digo yo, algo pillaré. A ver si después de la cena, hay comida… porque yo donde pongo el ojo pongo la bala, aunque por si acaso, antes me voy a pedir una copa, que lo único seguro en mi vida es que donde pongo el ojo pongo el cubata.

 

El conde crápula