¿Desaparecido en combate?

Los telediarios abren las noticias de internacional con el aniversario de Horishima y Nagasaki, el horror en estado puro aunque las bombas pusieron fin a la segunda guerra mundial. Y abren también con el hallazgo de los restos del avión que salió de Indonesia con destino a Pekín hace año y medio y cuya desaparición ha tenido en vilo a todos los expertos y técnicos del mundo.

Las especulaciones fueron muchas y de todo tipo, y servicios de inteligencia  de países que hicieron un análisis exhaustivo del escenario en el que se produjo el accidente manejaron la hipótesis de que el avión podía haber sido secuestrado –lo que explicaría el cambio de rumbo- por terroristas, que los secuestradores se marcaran un objetivo contra el que estrellarse, y que el país donde se encontraba ese objetivo pudo haber ordenado su derribo para evitar un mal menor. Algo parecido a lo que algunas fuentes piensan que pudo haber ocurrido con el avión que el 11 de septiembre se estrelló en Pennsylvania cuando los terroristas le conducían hacia la Casa Blanca. La versión oficial fue que los propios pasajeros, auténticos héroes, lo habían estrellado, pero… Jamás se sabrá la verdad.

Aquí en España, aparte de cómo se ha estudiado el barómetro de CIS del derecho y del revés para tratar de adivinar las causas de la recuperación de PP y PSOE en detrimento de Ciudadanos y Podemos, que parecía que se iban a comer el mundo –sobre todo Podemos-, el PSM ha hecho honor a su tradicionalmente convulsa historia, que era la historia de la FSM hasta que cambió el nombre y las siglas.

A la nueva secretaria general le ha faltado tiempo para fulminar al portavoz parlamentario a las pocas horas de ser elegida. Sara Hernández tuvo un serio rival, Juan Segovia, al que apoyaron entre otros Felipe González, Zapatero, el exalcalde Juan Barranco y los exministros Valeriano Gómez y Cristina Narbona. Pero ganó Hernández, y lo primero que hizo fue defenestrar a Antonio Miguel Carmona. En su derecho está, pero a la nueva secretaria general le fallaron las formas. Que Carmona se enterara por la cadena SER no es de recibo, y además no se produjo la obligada reunión previa de la dirección regional para proceder al relevo.

Algunas exigencias de C's demuestran que sus dirigentes regionales o municipales no tienen ni idea de cómo funciona un gobierno o un ayuntamiento

Carmona está decepcionado, triste, peleón y cabreado. Lógico. Todo apunta a que todavía no se ha escrito el último capítulo, entre otras razones porque Sara Hernández no arrasó en las elecciones a secretaria general ni mucho menos. Y aunque es alcaldesa de Getafe, debe recordar también que no ganó las elecciones. Aunque eso es algo que se da con frecuencia. Revilla, sin ir más lejos, saca pecho como si fuera el político más valorado de España, pero nunca logró ganar en Cantabria.

En esta España post 24M en las que se han producido tantos y a polémicos pactos de investidura, se están viviendo hechos curiosos.  Por ejemplo, que cuando Ciudadanos se pone tonto y exige lo que no debe entre otras razones porque algunas exigencias demuestran que sus dirigentes regionales o municipales no tienen ni idea de cómo funciona un gobierno o un ayuntamiento, pues los partidos con experiencia de gobierno, PP y PSOE, se ponen de acuerdo para sacar adelante proyectos que son fundamentales. Aunque el de Ciudadanos no lo vea así porque no tiene ni noción de cómo es la cosa. En Málaga, por ejemplo, el PSOE ha permitido que el alcalde del PP sacara adelante una iniciativa a la que Ciudadanos ponía pegas a pesar de que facilitó la investidura del alcalde. Y en el Ayuntamiento de Madrid, algún concejal de Izquierda Unida ha advertido a Carmena de que espabile, porque aún no ha dado firma a una serie de personas del consistorio, y sin esas firmas no se pueden aprobar las partidas económicas que permiten tomar decisiones ineludibles.

Lo malo de las novatadas es que las consecuencias las sufren los castigadísimos ciudadanos. No los de Albert Rivera, sino los que residen en ciudades en las que sus equipos de gobierno no saben hacer la o con un canuto.

Pilar Cernuda