Desahucios: el remate

En el orden de los horrores domésticos sólo hay una cosa más indignante, e inaceptable, que ver a un policía armado hasta los dientes golpear con saña a un niño o a una chica: contemplar cómo los bancos, auxiliados por leyes inicuas y por policías igualmente, arrojan de sus hogares a los humildes que, víctimas principales de una política económica y social catastrófica, han perdido el empleo, los ingresos mínimos para la supervivencia y que, en consecuencia, no pueden estar al día con los pagos de la hipoteca. Pues bien, siendo esto atroz, más lo es, si cabe, que un decreto-ley que supuestamente se dicta para aliviar su situación venga, en realidad, a consagrar esa injusticia, a rematar, como si dijéramos, al medio muerto por la pobreza sobrevenida y la amenaza de desahucio.

El ejecutivo idea un engendro de ley bajo la apariencia de una moratoria de dos años para los desahucios

Muy en la línea de la política del Gobierno, sumisa con los bancos y despiadada con las personas, el ejecutivo idea un engendro de ley que, bajo la apariencia de una moratoria de dos años para los desahucios, sólo lo es, en verdad, para los lanzamientos, para el repugnante acto físico de echar a la gente de sus casas, pues con ella la tramitación y el proceso de los desahucios no se detiene y, dentro de dos años, cuando se produzca materialmente, la vivienda ya no será propiedad, desde hace mucho, del despojado ese día de ella. Pero es que incluso quienes consigan acogerse a ese aplazamiento de la ejecución y vivir en esa especie de "corredor de la muerte" que el decreto-ley propone deberán cumplir unos requisitos tan restrictivos, tan difíciles, tan alambicados, que habrán de ser muy pocos los que logren reunirlos.

El PSOE, al que el Gobierno del PP emplazó a compartir el desdoro de semejante "solución", se ha negado a suscribirla, pero ello no le exime de la responsabilidad de no haber hecho nada en favor de las víctimas del actual sistema político-bancario cuando, pues gobernaba, podía haberlo hecho. PP y PSOE se han opuesto reiteradamente, usando de manera terminante sus mayorías a, simplemente, adecuar la ley española, tan inhumana, a la europea, que cuando menos otorga algún derecho, algún reconocimiento, alguna posibilidad de defensa, al ciudadano en apuros que se halla en un tris de perder, con su casa, el refugio desde el que resistir el paso y los embates de esta tempestad de miseria que nos recorre.


Estrella Digital respeta y promueve la libertad de prensa y de expresión. Las opiniones de los columnistas son libres y propias y no tienen que ser necesariamente compartidas por la línea editorial del periódico.

Rafael Torres