Conflictos internos, ¿o internacionales?

Es cierto que no son hoy en día habituales las guerras entre Estados. En el año del centenario de la Primera Guerra Mundial recordamos con una mezcla de horror y pasmo la carnicería de la guerra de trincheras en lo que fue fundamentalmente un conflicto armado entre Estados. En la actualidad la mayoría de los conflictos armados son internos en el sentido de que tienen lugar en el territorio de un solo Estado. Ahora bien, normalmente sólo son conflictos internos en la apariencia, porque hoy en día siempre tienen un componente internacional o están de algún modo internacionalizados. Esto sucede cuando intervienen como combatientes facciones o grupos de terceros Estados en el conflicto, pero también cuando lo hacen grupos transnacionales como Al Qaeda u otras unidades armadas de credo islámico, como ocurre en la guerra civil de Siria. La manera transversal de actuar que tienen estos grupos los hace inclasificables desde la perspectiva de las categorías tradicionales interno/internacional.

Otra manera de ver el lado internacional de los conflictos internos consiste en darse cuenta de que nunca la comunidad internacional puede permanecer ajena a los mismos con la excusa de que tienen lugar en un marco intraestatal o, al menos, no debería hacerlo, aunque a veces sucede este olvido. En muchas ocasiones las guerras civiles desestabilizan política y militarmente las zonas geográficas en que se insertan y por tanto los Estados vecinos tienen un interés directo en la pacificación del conflicto. En otras ocasiones el conflicto alcanza un nivel que hace intervenir a la comunidad internacional a través de la ONU que, con su acción, en particular del Consejo de Seguridad, internacionaliza jurídica y fácticamente el conflicto llamando la atención sobre el peligro que supone para la paz y la seguridad internacionales.

A veces los conflictos estallan en Estados fallidos, como Libia, donde se ha desestructurado el poder estatal. También está de hecho internacionalizado un conflicto si en su desarrollo, como desgraciadamente es frecuente, se comenten genocidios, crímenes de guerra –aunque mantengan este nombre también se sancionan penalmente en los conflictos armados internos- o crímenes contra la humanidad; crímenes que cometidos de un modo masivo o sistemático preocupan a toda la comunidad internacional de Estados y organizaciones internacionales, hasta el punto de poder hacer intervenir a la Corte Penal Internacional para intentar que haya una condena penal por su comisión.

También está de hecho internacionalizado un conflicto si en su desarrollo, como desgraciadamente es frecuente, se comenten genocidios, crímenes de guerra

Así, vivimos en un mundo en el que los conflictos están globalizados desde una u otra perspectiva: ni que decir tiene que es un conflicto internacional el de Palestina, pero ni la guerra civil en Siria e Irak, ni los disturbios en Ucrania o Egipto, ni los conflictos inter-étnicos en Sudán del Sur o en la República Centroafricana, o el conflicto colombiano, son ya conflictos internos en lo sustancial. Sólo lo son remotamente porque la comunidad internacional no puede dejar de interesarse por su fin. Ahora bien, subdesarrollo y conflicto suelen ir de la mano, de manera que si no se actúa en el ámbito del derecho al desarrollo será difícil crear las bases para la terminación de tantos conflictos internos, en particular en África.

 

Julio Vives