Carnaval de corrupción
No es que Bárcenas haya sido la gota que haya colmado el vaso, es que Bárcenas es el exponente de un sistema que funciona así, o si no ¿cómo es posible que este señor haya atesorado semejante fortuna? Pues porque hay fuentes de donde surge un dinero opaco que busca, comprando políticos, asegurar la primacía en la contratación pública. Y eso pudre todo, empezando por la política y la concepción liberal del estado y de la sociedad.
Hay fuentes de donde surge un dinero opaco que busca, comprando políticos, asegurar la primacía en la contratación pública
Bárcenas, con su obscena y espectacular trivialización de la corrupción, pone en evidencia la lógica que venimos denunciando desde estas páginas de otros políticos que están bajo sospecha. Veintidós millones en Suiza son la joya del palmarés de la corrupción, pero ¿no es igual de despreciable un político que tiene un patrimonio desmesurado para su capacidad de compra y poder adquisitivo? ¿No es igualmente obsceno poseer, por arte de birlibirloque y en propiedad, un ático comprado por sorpresa, cuando estaba ya bajo sospecha, a una sociedad extraña en un paraíso fiscal? Todo presunto y al parecer, por supuesto.
Ver a Aguirre rasgándose las vestiduras cuando su trayectoria en la Comunidad está plagada de escándalos que afectan a sus consejeros, a sus alcaldes y concejales, a sus diputados y a ella misma con respecto a la campaña de 2003 con el turbio caso Fundescam, obliga a un ejercicio de paciencia de gran magnitud porque con ella, como con tantos otros, va el escándalo a todas partes.
Y, salvando las distancias, ¿quién ha asumido en el PSOE la responsabilidad política de tener un golfo -según ellos mismos - contratado en una fundación gestionada con dinero público y en la que ideó un sistema de cobro paralelo -otra versión del sobre más sofisticada - mientras aplicaba despidos y recortes? Quién sabe si, dejado a su libre albedrío, el señor Mulas no sería dentro de diez o quince años un Bárcenas más.
Sin capacidad de asombro, desesperanzados y hartos. Así estamos los españoles en medio de este carnaval de 2013, un carnaval que visto desde el ático todavía promete grandes y suculentos negocios.