Alfredo Perón Rubalcaba

No hay día que no me sorprenda la precampaña electoral que está llevando a cabo el candidato socialista don Alfredo Pérez Rubalcaba. Me habían dicho que era un tipo inteligente. Un tipo astuto. Sagaz. Avisado. Que lo sabe todo. Una especie de Maquiavelo moderno. Pero, cada día que pasa, me decepciona más. Y es que, cada día que pasa, se acerca más al peronismo argentino.

Ahora anda empeñado en castigar impositivamente a los ricos. Los ricos son los malos intrínsecamente y tienen que pagar para que vivan los pobres en un discurso bastante antiguo, por cierto. Creo que terminará hablando de los descamisados. Ah, y los bancos son más malos aún. El Gobierno del que era Vicepresidente les ha dado todo el dinero del mundo pero ahora son malos. Muy malos.

Cada día habla de una medida más disparatada. Más propia de tiempos remotos allende los mares que de una España moderna. Y eso significa que anda escaso de ideas y que, además, no sabe por dónde tirar. No, no parece un tipo tan inteligente como dicen.

Pero hay más, en su decepcionante caída ante mis ojos. Este fin de semana pasado ni siquiera se ha comportado como un candidato a la Presidencia del Gobierno de España, con todo lo que ello lleva consigo. Ayer, en Barcelona, defendió, incomprensiblemente, la insumisión.

Defendió que hay que desobedecer a los jueces y a las sentencias judiciales. Se le fue la pinza y el candidato socialista a ser el presidente de todos los españoles defendió la inmersión del catalán en los colegios en perjuicio del castellano, como ha dicho el Tribunal Supremo y el TSJC.

La que nos espera cómo gane. Hará bueno a Zapatero.  

Pinocchio