Alberto Fabra y los asuntos menores

Alberto Fabra asegura que las facturas que ha estado publicando este diario en exclusiva esta semana “son absolutamente falsas”, que se trata de una campaña de descrédito contra “la Comunidad Valenciana”, a la que se pone “a los pies de los caballos”. Sin embargo, en la nota que envió la Generalitat el mismo día en que ESTRELLA DIGITAL publicaba las facturas del “ñoragate”, no decía que ninguna fuera falsa, sino que todas estaban pagadas “en el ejercicio de las funciones administrativas”.

Eso sí, ya se decía que solo se buscaba el descrédito de la institución.

Es un tic muy habitual, creerse la personificación de una institución. Le ha pasado a muchos personajes de la historia, española y mundial, y es una pena tener que decir al presidente Fabra que ninguna de ellas acabó bien.

El Gobierno de Fabra pidió en 2012 el rescate del Gobierno español

No es “la Comunidad Valenciana” la que compró ñoras, arreglo de cocido o 180 gramos de pechuga de pollo (aunque sí quien lo pagó, el conjunto de sus ciudadanos), sino un alto cargo de enorme responsabilidad del Gobierno, estrechamente vinculado a él, de una comunidad que pasa enormes estrecheces económicas.

El Gobierno de Fabra pidió en ese frenético 2012 en que compraba yogures griegos, whisky etiqueta negra y ñoras para atender a no se sabe aún qué necesidades, el rescate del Gobierno español. En enero de ese año pidió 1.022 millones de euros al Instituto de Crédito Oficial (ICO). En mayo (el mes del “arreglo de cocido” en la charcutería de José Palmero) pidió una ampliación de 1.678 millones, lo que coincidió e incidió en los momentos de mayor crisis de la prima de riesgo de la deuda española, cuyo crédito se iba al garete por el gasto desmedido de comunidades como la valenciana, o mejor dicho de su Gobierno. En abril de ese año, por su falta de liquidez, volvió a pedir al Gobierno de España 4.069 millones (una cuarta parte del total que pidieron todas la comunidades autónomas) en el plan de pago a proveedores para atender a facturas pendiente. A cambio, recortó en gasto asistecial, sanitario e inició un ajuste durísimo que mandó a la calle a miles de trabajadores del sector público.

Afortunadamente para la magnífica tienda de José Palmero, las facturas de las compras de tabletas de chocolate, o cuarto y mitad de longaniza se pagaban inmediatamente con la firma de Esther Pastor. Al igual que dio el conforme en el mismo día a la factura del “coach” del presidente, una necesidad sin duda vital para la Comunidad Valenciana.

Alberto Fabra, indignado, dijo ayer que “cada uno” de los gastos está justificado por las necesidades y responsabilidades que tienen sus altos cargos. O sea, cada gasto en yogures griegos, flanes de huevo, pechugas de pollo, mostaza de Dijon, whisky, vino o un bote de tomillo. Pues tiene muy fácil la solución a la crisis: que lo explique y justifique. En Valencia están deseando oírlo. En España están desearlo oírlo. Más aún, en la sede central de su partido, están deseando oírlo.

Comprar ñoras a cargo de los presupuestos públicos de una comunidad arruinada es un “asunto menor”. Pero revelador

Otro tic recurrente en el que cae una vez más Fabra es acusar y perseguir al que su entorno mediático llama “el topo”. Los medios de comunicación no acostumbramos a robar, ni a entrar en la noche en los registros de los gobiernos, ni siquiera disponemos de ciencia infusa para desvelar las vergüenzas de quien malgasta el dinero público (hay una denuncia admitida a trámite por malversación). Del inconmensurable e insuperable watergate al celtibérico “ñoragate”, pasando por los GAL, Gürtel, Filesa, Abu Graib a los papeles de Wikileaks, siempre hay una conciencia en el sistema que decide denunciar lo que considera un abuso, o una deslealtad en la administración de los recursos de los ciudadanos. No se conoce periodismo sin fuentes, ni periodista en su sano juicio que delate a una fuente. Por más que haya amenazas como las que el Molt Honorable President Fabra lanzó contra ESTRELLA DIGITAL ayer en público.

Como dijo ayer Fabra, comprar ñoras a cargo de los presupuestos públicos de una comunidad arruinada es un “asunto menor”. Pero revelador.

Como dijo ayer Fabra “hay muchos altos cargos” en España, pero pocos, serían capaces de cargar al erario público 170 gramos de chorizo de cantimpalos. Aunque quizás la metáfora de todo este asunto sea esa.

Editorial