Lo que deja claro el WhatsApp

Mucho se ha hablado en estos días sobre las conversaciones privadas mantenidas a través de WhatsApp entre el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y José Luis Ábalos, que han sido publicadas por el diario El Mundo. Especulaciones y conjeturas de todo tipo sobre el origen de dichas filtraciones, sus posibles objetivos y consecuencias se han sucedido a raíz de la filtración interesada de los mensajes, la excusa perfecta para que PP, Vox y los pseudomedios de la derecha, una vez más, arremetan contra el Gobierno de España y su presidente, sin ton ni son, con bulos y mentiras, todo circunscrito dentro de la doctrina Aznar del “todo el que pueda hacer que haga”, sea lo que sea. Todo vale para un PP desnortado cuya única estrategia es desgastar al Gobierno a sangre y fuego, sin límites ni líneas rojas, aunque ello suponga llevarse por delante la reputación de familiares, sepultados en el lodazal de interminables e inexplicables causas judiciales, dibujando una España inexistente y un Gobierno pretendidamente corrupto. Sin embargo, hay varias consideraciones que son necesarias hacer tras el contenido de los mensajes publicados. 

 

Lo primero y a mi juicio más importante, sobre lo que todos y todas deberíamos poner el foco y preguntarnos, ¿qué pasa con los derechos de Pedro Sánchez? Resulta enormemente grave que, en una democracia como la nuestra, de manera reiterada, una persona, sea quien sea (también los presidentes del Gobierno), vea como se atropellan sus derechos, en este caso por la vulneración de la privacidad de sus comunicaciones tras la publicación de una serie de mensajes con José Luís Ábalos, de finales de 2020 a julio de 2023, que nada tienen que ver con las causas que se están investigando por la UCO. Se trata de conversaciones y mensajes intrascendentes, de carácter privado, que no forman parte de ninguna causa judicial abierta, y, por tanto, su filtración constituye un delito. Urge que se habrá una investigación judicial que aclare todos los extremos de este grave hecho. Pese a que para la derecha no hay límites para los ataques a Pedro Sánchez, en democracia no todo vale. 

 

En segundo lugar, tras la publicación de los mensajes, estos acreditan que, tras la ruptura de Sánchez y Ábalos, con el abandono del Gobierno de este último, el trato entre ambos se retomó unos meses después y continuó de forma esporádica al menos hasta los días posteriores a las elecciones generales del verano de 2023. Esto contradice la versión que la derecha, sin pruebas, lleva sosteniendo de que el presidente destituyo en julio de 2021 al entonces ministro porque ya sabía que este estaba implicado en temas de corrupción. Todo esto no hace sino poner de manifiesto que la sospecha de corrupción no fue la razón que llevó a Sánchez a cesar a Ábalos. Alguien que sabe algo de otra persona en ese sentido, no se relaciona con ella, corta de raíz todo contacto, tal y como ha pasado después del estallido del caso Koldo, el 8 de marzo de 2024, que no ha habido nuevos mensajes entre ambos.

 

En tercer lugar, los mensajes, más allá de poner de manifiesto reacciones intimas de Pedro Sánchez ante algunas situaciones de dificultad interna, en ningún caso suponen un escándalo. Estos mensajes poco tienen que ver con la naturaleza de aquellos mensajes del en su momento presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, y el entonces tesorero del PP Luís Bárcenas, entre diciembre de 2012 y marzo de 2013. Cuanto se enviaron esos mensajes Bárcenas llevaba imputado desde agosto de 2009 y hacía dos años que se hablaba del dinero de Bárcenas en Suiza. 

En cuarto y último lugar, todo esto no hace sino poner de relieve cómo, ante ciertos comportamientos, no todos somos iguales en la forma de encararlos. Los socialistas, a raíz del 8 de marzo de 2024, hemos actuado de manera fulminante y a tiempo, retirando responsabilidades institucionales y orgánicas y asumiendo responsabilidades. En cambio, el Partido Popular, ante este tipo de situaciones se limita a negar la mayor y atrincherarse. Asumir responsabilidades ya se lo deja a otros. Ahí tenemos a Mazón, sostenido indecentemente por Feijóo a pesar de su nefasta gestión durante la DANA, por no hablar de los intentos de tapar y ocultar los casos Bárcenas, Púnica, Gürtel, Lezo y tantos otros. Mientras en el PSOE se aparta a los sospechosos de corrupción, en el PP se echa a quién denuncia la corrupción (que se lo pregunten a Pablo Casado). No todos somos iguales y conviene recordarlo.

 

Termino con una nota de humor. Hace unos días escuchaba al cómico Manu Sánchez hablar en una charla con un periodista de los mensajes de WhatsApp entre José Luis Ábalos y Pedro Sánchez. A la pregunta del periodista sobre si sobreviviría su reputación a una filtración de mensajes de WhatsApp, Manu contestó: "Yo creo que sólo la de Pedro Sánchez sobrevive. Cuantos más mensajes publiquen... está a tres mensajes de la mayoría absoluta. ¿Quién utiliza en WhatsApp estulticia? (usó la palabra estulticia para referirse a Pablo Iglesias). Me ha revelado una versión de Sánchez que me encanta, la del WhatsApp". Tal vez la derecha debería de abandonar su obsesión por enfangar y mentir indiscriminadamente para tratar de acabar con Pedro Sánchez, no vaya a ser que se les vaya de las manos su campaña de desprestigio y a la mayoría de los españoles les termine pasando como a Manu Sánchez.