jueves, marzo 28, 2024
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Historias de mi vida liberal: Rotary y el culto a la libertad

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Bernardo Rabassa
Bernardo Rabassa
Librepensador. Maestro Nacional. Licenciado y Doctor en Filosofía y Letras y Diplomado en Psicología Industrial por la Universidad Complutense de Madrid.

Permitidme la licencia de robarle el título a La Vanguardia, que, en su suplemento del domingo, 21 de junio de 2009, y escrito por un señor encanecido y con barba, pero cuyo nombre no llegue a encontrar en el artículo, por más que lo he buscado, le dedicó dos páginas, que, en mis 45 años de Rotario, es el reportaje más extenso jamás publicado. Hay que disculparle, eso sí, que hablara exclusivamente del Rotary catalán, en el que por cercanías metió hasta al fallecido Ramón Trías Fargas, que fue mi amigo, por esas fechas en que yo profesaba como rotario 1976-77, aunque él lo hizo también en otra vertiente, la de liberal impenitente, eso sí, era hijo del rotario Doctor Trías, y yerno de otro, Trueta, aunque reconoció que nunca Trías Fargas perteneció a nuestros Clubs.

Cito al autor:

“Las reuniones de los Rotary exhalan la espina dorsal de esta compañía mundial. Son un culto a la meritocracia y al detalle. En su relajada liturgia se adivina el compromiso de esta ONG de salón que, pese a las apariencias, se fundamenta en la eficacia”

Y partiendo de la figura de Moisés Broggi (101) años, asiduo asistente a su Club en Barcelona, que en su juventud fue cirujano jefe de las Brigadas Internacionales, nos habla de una larga sucesión de rotarios catalanes, hasta el gobernador del Distrito en 2009: Xavier Mateu:

“Fundados por Paul Harris en el Chicago de 1905, los rotarios son un foco de relaciones e intercambios prácticamente inigualable. Se reúnen periódicamente para concertar acciones humanitarias y de mecenazgo artístico. Configuran una especie inextinguible de ciudadano conversador, que anida entre la sobremesa y el sillón de cuero. “No somos masones”; lo llevan escrito en la frente para desterrar de sus aledaños el estigma de la mala imagen. Y uno de sus máximos responsables, Xavier Mateu (ex director del Centro Informático de la Generalitat y del parque Tecnológico del Vallés), gobernador de la zona nordeste de los rotarios españoles, tiene a mano un dato demoledor que casi descarta el parentesco: “He identificado sólo a un 1% de masones entre los rotarios españoles”. Sea como sea, las tangentes entre la Masonería y el Rotary, dos organizaciones prohibidas en España durante los 40 años del generalato, se han confundido, entre otras cosas, porque comparten una praxis similar: filantropía y humanitarismo, dos pilares de la caridad cristiana”

Pero ese es todo el parecido, y de hecho fue en Madrid, y por un mallorquín ya fallecido, Victorino Anguera Sanso, que compartió mesa y mantel en mi Club, el Rotary Madrid-Puerta de Hierro, el que consiguió, sólo hace dieciséis años, en 2007, que en el Ministerio del Interior nos separaran en el Registro a Rotarios y Masones.

Hay que resaltar, para que alguien diga algo más del Rotary no catalán, profusamente elogiado, y con razón, en el artículo, que el primer Club Rotario de la Europa Central fue el de Madrid, en 1923, que más tarde y antes de la Guerra Civil, el Cardenal Segura nos anatematizó, diciendo en una pastoral que nuestra filantropía (claro, éramos la competencia), pertenecía a la Iglesia y cuando le visitaron urgentemente, preocupados,  los presidentes de los Clubs de entonces, les dijo: “Quien no está con Cristo, está contra él”

¡Menuda barbaridad!, pues la mayoría de los rotarios españoles eran católicos y muchos de ellos en aquel entonces abandonaron sus Clubs ante tan beligerante afirmación.

En 1976 un mallorquín, como el que suscribe, Jaime Enseñat, seguía reuniendo a los supervivientes de Madrid en una sociedad llamada Arte y Turismo, hasta que el ministro Fraga nos legalizó en 1977, por la intervención del también rotario, Nicolás Franco y Pascual de Pobil, en lo que intervino, pues era entonces subsecretario, Enrique Sánchez de León, luego ministro de UCD y hoy todavía, rotario de mi Club.

Distinguidos miembros de los antiguos Clubs: Rudy Meyer, Adrián Piera, Antonio Camuñas, y tantos otros cuyos nombres he olvidado;, los hijos de Jaime, Sebastián(+) y Tomeu (+), tuvieron mucho que ver en el por qué me hice rotario, pues también, como el autor del artículo, creía, y sigo creyendo, en el culto a la libertad y en el predominio de la Sociedad Civil sobre el Estado. ¡Aviado estoy en nuestra España, funcionarial y sanchista! Hoy pertenezco al Distrito 2201, de los tres que hay en España, y nuestro Gobernador es la canaria Virginia Carballude.

Rotary es la mayor ONG del mundo, con sus 15.000 Clubs y más de 1.500.000 rotarios, que no sólo han contribuido a crear la ONU, sino que han sido capaces, con las aportaciones de todos, erradicar la Polio del Mundo, además de cientos de miles de programas a favor del tercer Mundo o de los discapacitados, o pobres en nuestro país.

Pero Rotary no es masón, los cargos sólo duran un año a nivel de  Club, de Distrito e Internacional, y que me disculpen los masones a quienes respeto ,sobre todo a  aquellas logias que se dedican a la filantropía y a quienes critiqué recientemente con un calificativo inapropiado. Estamos apartados de todo secretismo o ritualismo además un masón puede ser rotario, aunque  son  los menos, como  lo puede ser un sacerdote, un ulema o un lama.Es mas; el Papa  emerito Benedicto fue rotario de un club de Milán . Nuestros nombres son públicos y figuran en todas nuestras guías y cualquiera o quienquiera puede acudir a un Club Rotario a participar en una de las Discusiones, o Conferencias, y aportar su propia opinión, sin que sea mal recibido.

Tiene un pequeño gran defecto: hay que cenar, o comer, juntos, una vez a la semana, lo que tiene como resultado una disciplina permanente y una obesidad creciente. Pero el que no disfruta de esas sencillas reuniones con los amigos, pues se va, no es rotario. Singular es también el hecho de que no puede haber más de un rotario por dedicación o profesión en los Clubs. Ello evita los Lobbies y otras zarandajas similares. Nuestro pasado altruista lo deja todo bien claro.

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