viernes, abril 19, 2024
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Ponga un emigrante en su foto

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¡Vuelve Pedro Sanchez muy eufórico por las felicitaciones recibidas en Bruselas por su “humanitario gesto” al recibir (con todo lujo de propaganda) a los emigrantes embarcados en el Aquarius¡  Les ha parecido muy bueno y simpático… Sé que yo no voy a parecer buena ni simpática pero lo veo así; ¡El montaje político organizado con el Aquarius fue vomitivo¡ Un espectáculo obsceno…

Muy pocos se han atrevido a decir, y menos a sostener lo obvio, el espectáculo que se montó con el Aquarius, transmitido urbi et orbe, ha creado el inevitable efecto llamada, con gran desesperación de los responsables de las habituales zonas de llegada de esos “otros” inmigrantes a los que no se recibe a bombo y platillo ni, por supuesto, a la luz de los focos de las cámaras de televisión. Mientras, los organizadores del show se pavonean por Europa exhibiendo su “solidaridad” y su buenismo…

Incluso la Iglesia ha caído en la trampa alabando la “solidaridad mostrada por España” al acoger a esos emigrantes famosos, sin caer en la cuenta de que luego se los iban a “endosar” precisamente a ella, ya que finalmente es Cáritas es una de las principales instituciones que deben hacerse cargo de esas personas.

Lo políticamente correcto impregna no solo el discurso político sino, lamentablemente, los contenidos informativos impidiendo una correcta visión del problema y un debate basado, no en marqueting político, no en buenismos  -más o menos sinceros-, sino en datos y evidencias de la realidad, sobre todo en los más incomodos y menos rentables propagandísticamente.

Las ONGs se han convertido, por mor de lo políticamente correcto, en intocables. Criticarlas te coloca automáticamente en el lado oscuro de la sociedad. Sin embargo, es evidente que su actuación está facilitando la labor -el negocio- de las mafias. Es evidente, que sin la certeza de que sus “clientes” son recogidos (no rescatados) por esas embarcaciones habría seguramente menos voluntarios para emprender esa peligrosísima travesía de siempre incierto final.

Todo esto me plantea unas cuantas preguntas, ninguna de las cuales es políticamente correcta:

Sobre las ONGs, ¿Quién financia esas embarcaciones? ¿Quién las mantiene?

Sobre los emigrantes. ¿Por qué no se dirigen a países más cercanos, no solo geográficamente sino también por cultura, tradición religión…? Muchos de esos países tienen una buena situación económica y son estables…

¿Por qué la izquierda tiene tanto interés en cosechar personas que van a depender, en su inmensa mayoría, de unos estados del bienestar sostenidos con el resultado del trabajo de los ciudadanos?

Y una pregunta que llevo años haciéndome y para la que sigo sin respuesta: ¿Quién tiene interés en esa estrategia de “entrismo” en una Unión Europea tan alejada de las realidades de las que provienen esos emigrantes y en la que nunca se integran realmente?

¿Y por qué nadie se preocupa de la consecuencia de esa situación en sus países de origen, de la consecuencia de ese tráfico humano? El vaciado de la población más joven y fuerte de los países de los que huyen. Animando o facilitando, la salida de esos países de sus elementos más jóvenes y de las mujeres en edad fértil se está privando de su futuro al país del que huyen.

¿Alguien se ha planteado que la mayoría de esas personas pasarán el resto de su vida malviviendo en sociedades con las que no tienen ninguna afinidad y en las que difícilmente se integrarán nunca?

Y puestos a decir lo que no se debe, ¿Alguien se da cuenta de que esa es precisamente una de las principales razones del resurgimiento y auge de los movimientos xenófobos en todos los países de la Unión Europea? Unos movimientos que no amenazan únicamente la aceptación de la presencia de inmigrantes en nuestros países sino la existencia misma de la Unión; de los avances y derechos que los europeos hemos conseguido y construido, precisamente como barrera contra esa ideología xenófoba y supremacista que llevó a dos sangrientas guerras con millones de muertos.

Pero mientras el pensamiento políticamente correcto siga impidiendo que los ciudadanos se expresen libremente; mientras los medios sigan dejándose llevar por el ronzal, sirviendo como plataforma propagandística en lugar de como suministradores de datos y elementos de conocimiento de la realidad, el problema no solo continuará sino que crecerá hasta engullir a esta sociedad acomodaticia y de pensamiento débil que apacigua su conciencia emocionándose ante el televisor con la llegada de unos desgraciados, engañados, estafados, maltratados y utilizados por unos y por otros, convencida de que a ella no le afectará porque  su comodidad está garantizada.

¡Otro gran error!

Ana Castells

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