viernes, abril 19, 2024
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La pelea es por el relato. 20 años después de la infamia

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Miguel Ángel Blanco fue asesinado hace 20 años. Por más que su muerte sea un monumento a la vileza humana por parte de unos matones, no es la muerte más cruel (todas lo son) y acaso siquiera la más sádica, que lo fue. ETA mató a casi 900 personas en los años de su historia criminal, pocos me parecen 900 homenajes a los asesinados. No creo que Manuela Carmena ni siquiera Kichi I de Cádiz tengan realmente nada contra este chaval humilde que tuvo la desgracia de ser un objetivo sencillo para los asesinos. Jamás hubieran tenido en cuenta a un concejal de pueblo con un tic nervioso, ni siquiera su asesinato, si no fuera por lo que pasó después. Ahí está la sustancia de esto.

La muerte de Miguel Ángel Blanco fue tan terrible como la cualquier otra víctima, por ejemplo la del teniente coronel Jesús Cuesta, en la puerta de su casa de tres tiros en la cabeza, poco tiempo antes. La sucesión canalla y sádica de secuestro, ultimátum y tiro en la nuca del concejal de Ermua soliviantó a la sociedad española. Éste es el quebradero de cabeza para Podemos y su proyecto político.

Posverdad ha llegado increíblemente al diccionario de la RAE, la “mentira emotiva”, dicen. Da igual la verdad y lo que pasó. La llegada de Podemos a las instituciones y la gobernanza de algunas muy importantes –por la fuerza de los votos, y también gracias a los pactos entreguistas y suicidas (sobre todo para sí mismo) de Pedro Sánchez en 2015– ha posibilitado que este mes de julio en que se conmemora el 20 aniversario de una infamia, se haya unido otra infamia: la negación del recuerdo de lo que pasó. Meter a martillazos, otro relato, la posverdad.

La desactivación militar de ETA no significa la renuncia a sus objetivos. Los pistoleros están en plena reconversión, pero el entorno político de ETA está vivito y coleando. Solo ha descubierto que hay otras vías para ganar la batalla a la democracia española. Y esto se ve claramente en el País Vasco y también en Cataluña, donde hay coincidencia en métodos y objetivos. Y es el proyecto de Podemos, ni más ni menos.

Podemos facilita el gobierno del entorno batasuno en la Comunidad Foral Navarra. No hay más que ver lo que allí está pasando. Ése supuesto proyecto para las personas, de atención a los desfavorecidos, no está siendo otra cosa que la euskaldunización, aunque sea a golpes, de Navarra. Si no se pudo por la vía criminal, se hará con un BOE autonómico en ristre.

Manuela Carmena no ha querido –aunque haya tenido que rectificar a toda prisa– colgar una pancarta en homenaje a Miguel Ángel Blanco, que poca falta le hacen a él ni a su familia. Lo que no quería es que perdure el recuerdo de cómo la sociedad española derrotó a ETA. Los argumentos no pueden ser más lábiles y falaces. Podemos esta distribuyendo un vídeo donde la alcaldesa de Podemos dice que, claro, eso de significar a una víctima, que a las familias no les gusta y que así lo están viendo a la hora de poner calles en su revisión de la memoria histórica. ¡Memoria de la Guerra Civil! ETA mató hasta antes de ayer.

El relato que Podemos está escribiendo junto al entorno de los asesinos de ETA es que aquella fue una lucha contra lo que llaman “el Régimen del 78”. Que fueron malos los métodos, legítimos los objetivos. Y ellos van a ayudarles a conseguirlos por la vía que sea. Y el objetivo, déjense de monsergas, es la destrucción de España como país, por la vía de su desmembramiento y debilitamiento de sus instituciones clave.

Ni el más obtuso deja de entender que España es un país diverso, de incalculable riqueza cultural y política en su propia diversidad. Por lo tanto, con diferentes necesidades de Gobierno y administración, con sensibilidades irreconciliables a veces. Si nadie del Atleti querrá ir de copas a Cibeles, qué puede pasar en una familia en la que conviven izquierdas y derechas, germanófilos y anglófilos, hasta rusófilos y lusófilos, que de todo se ve. Pero algunos han convertido nuestro mejor valor como sociedad, en la forma de destruir la convivencia.

Esta construcción de Estado plural comenzó en la misma Constitución de 1978. Ésa norma de convivencia que nos dimos los españoles es el otro objetivo a batir.

La posverdad quiere contar que las negociaciones, emociones, elecciones, alternancias, amnistías, la generosidad y altura de miras que sucedieron a la muerte del dictador fueron una segunda dictadura. No, queridos. Si la extrema izquierda se fue al garete fue porque nadie la quería ni la votaba. Ahí estaba el GRAPO –por cierto, conectado a este entorno a día de hoy– asesino para complicar las cosas y asesinar. Para que estos grupos hayan ascendido a las instituciones, ha sido necesario camuflarlos de movimiento estudiantil, de protesta, con guitarra y perroflauta, en la ola del 15M y las resacas de una crisis homicida.

Vestido con piel de cordero, el caballo de Troya ha entrado en las instituciones, y hasta las gobierna. Pablo Iglesias, Juan Carlos Monedero, Manuel aCarmena –por mencionar solo a los más solventes intelectualmente– han hecho muchas manifestaciones a favor del entorno etarra y todos los objetivos que lleva aparejados. No se dejen engañar: la alcaldesa de Madrid no es una abuelita gagá, aunque intente hacerlo ver cuando habla tortuosamente en público. Manuel Carmena es una cabeza importante y sabe lo que quiere. Cuando se sincera, da miedo. Puede transigir con que haya una cabalgata de Reyes –ya la quitará cuando pueda–, pero el objetivo de esta batalla de la pancarta era reescribir aquellos emocionantes y claves días de julio en que ETA se pegó un tiro en la sien disparando a un chaval de Ermua.

Algunos seguimos aquí para contarlo.

Joaquín Vidal

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