jueves, abril 25, 2024
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Los primeros de Filipinas

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Los hombres salen agachados por un agujero en la tapia que rodea la iglesia. Buscan alimentos frescos de un huerto cercano que está en manos del enemigo. Es la única manera de  que muchos de sus compañeros de sitio, recuperen la salud, aquejados de Beri-beri, una enfermedad producida por la cascara del arroz. El teniente Martin Cerezo, al mando de la guarnición, tan solo cuenta con veinte hombres en buen estado y con capacidad para correr. Un cabo y catorce hombres realizan la misión, con tanto ardor que queman todas las posiciones filipinas obligando a estos a retroceder. Vuelven con frutas frescas, lo que salva a muchos de una muerte segura. Es una operación milagrosa, en la que los españoles no tienen bajas.

Unos días antes, viendo que los soldados enemigos han cavado trincheras acercándose peligrosamente, tomando las chozas más cercanas, dos soldados gravemente enfermos, Juan Chamizo y Jose Alcaide se ofrecen voluntarios para salir y quemar las chozas. Realizan una descubierta y ante el asombro de todos, consiguen su objetivo volviendo a salvo ¡Vaya españoles con huevos! Los filipinos- sí, esas personas de ojos rasgados que ahora ven por muchas ciudades de España trabajando denodadamente-, no entienden esta defensa numantina y que encima los españoles les vacilen tomando buñuelos y café por las tardes.

Antes de morir, el capitán de infantería Don Enrique de las Morenas y Fossi, recibiendo una misiva de los filipinos conminándole a rendirse, contesta que si los enemigos se rinden, serán tratados con benevolencia y amnistiados por su traición a España. El mando enemigo alucina, máxime cuando la guerra ya ha terminado y ese pequeño grupo de españoles, aislados del mundo—desconocen la firma de los tratados de paz-,resisten enarbolando el pabellón español-si esa bandera bicolor que algunos dicen que no nos representa y que es fascista-.

El sitio había comenzado el 30 de junio de 1898, cuando un total de 50 hombres entre soldados y clase de tropa, dos oficiales, al mando del citado capitán más tres sanitarios, dos de ellos filipinos que desertarían poco después, un oficial médico, el párroco de Baler y dos curas de un pueblo cercano. Los oficiales eran el teniente  Juan Alonso Zayas, que también moriría de enfermedad y el teniente Saturnino Martin Cerezo, que a la postre seria el que rindiese la posición.

Es obligatorio decir que los filipinos utilizaron toda clase de armas psicológicas para que los hombres se rindiesen incluidas mujeres semidesnudas que se paseaban por delante de la guarnición ¡Madre mía, con lo salidos que debían de estar aquellos hombres! Incluso hubo un intento de rescate por parte norteamericana que acabo en desastre.

El sitio de los filipinos alzados contra España, terminó el 2 de junio de 1899, tras 337 días de asedio. Mientras esto ocurría, España y Filipinas-ayudada por Estados Unidos que luego les traicionarían y se quedarían con el archipiélago y entonces no era presidente Donald Trump-, habían firmado la paz en el Tratado de Paris en Diciembre de 1899, donde España cedía la soberanía a los EEUU.

Muchos fueron los intentos por parte española de que los hombres de Baler dejaran las armas, ya que Filipinas estaba perdida, pero los asediados no creían a los mensajeros. Incluso llegaron a mandar al Teniente Coronel Aguilar a finales de Mayo para que se rindieran, pero no le creyeron despidiéndole con el mensaje de que seguirían resistiendo. No fue hasta que leyeron unos periódicos dejados por el Teniente Coronel en la iglesia, que se dieron cuenta de que la guerra había concluido unos meses atrás.

Fue entonces cuando se rindieron. Los filipinos les rindieron honores militares y no fueron considerados prisioneros, llegando a Manila en olor de multitudes. El propio Presidente Aguinaldo, dicto un decreto alabando la valentía de los españoles. De los integrantes originales 15 habían muerto por enfermedad, 2 habían fallecido por las balas filipinas, 6 habían desertado y otros 2 habían sido fusilados por el propio Cerezo, que a los desertores no existe otra forma de tratarlos.

Una vez repatriados a España, fueron considerados héroes, recibiendo varias condecoraciones, entre ellas la Cruz Laureada de San Fernando al Capitán De las morenas-a título póstumo-, y al Teniente Martin Cerezo. Todas las viudas o familias de los fallecidos recibieron una pensión vitalicia.

Esta historia debe ser recordada por todos, porque España se hizo con estos gestos de heroísmo. Aquellos hombres lucharon por lo que consideraban era lo correcto, por sus compañeros y por su patria. Eran todo lo que representamos encerrado en una iglesia.

Hoy en día, este episodio de resistencia es estudiado en la academia rusa de Frunze, en la americana de West Point y en la francesa de Saint Cyr. Por supuesto que en los colegios españoles, ni se menciona.

Así, porque me da la gana, expongo los nombres de los héroes, para que nos demos cuenta de lo que hombres procedentes de toda España son capaces de hacer:

– Teniente Saturnino Martín Cerezo, natural de Miajadas, Cáceres.

– Médico Rogelio Vigil de Quiñones, natural de Marbella, Málaga.

– Cabo Jesús García Quijano, natural de Viduerna de la Peña, Palencia.

– Cabo José Olivares Conejero, natural de Caudete, Albacete.

– Corneta Santos González Roncal, natural de Mallén, Zaragoza.

– Soldado Juan Chamizo Lucas, natural de Valle de Abdalajís, Málaga.

– Soldado José Hernández Arocha, natural de La Laguna, Tenerife.

– Soldado Luis Cervantes Dato, natural de Mula, Murcia.

– Soldado Manuel Menor Ortega, natural de Sevilla, Sevilla.

– Soldado Vicente Pedrosa Carballeda, natural de Carballino, Orense.

– Soldado Antonio Bauza Fullana, natural de Petra, Mallorca.

– Soldado Domingo Castro Camarena, natural de Aldeavieja, Ávila.

– Soldado Eustaquio Gopar Hernández, natural de Tuineje, Las Palmas.

– Soldado Eufemio Sánchez Martínez, natural de Puebla de Don Fadrique, Granada.

– Soldado Emilio Fabregat Fabregat, natural de Salsadella, Castellón.

– Soldado Felipe Castillo Castillo, natural de Castillo de Locubín, Jaén.

– Soldado Francisco Real Yuste, natural de Cieza, Murcia.

– Soldado José Jiménez Berro, natural de Almonte, Huelva.

– Soldado José Martínez Santos, natural de Almeiras, La Coruña.

– Soldado Loreto Gallego García, natural de Requena, Valencia.

– Soldado Marcos Mateo Conesa, natural de Tronchón, Teruel.

– Soldado Miguel Pérez Leal, natural de Lebrija, Sevilla.

– Soldado Miguel Méndez Expósito, natural de Puebla de Tabe, Salamanca.

– Soldado Pedro Vila Garganté, natural de Taltaüll, Lérida.

– Soldado Pedro Planas Basagañas, natural de San Juan de las Abadesas, Gerona.

– Soldado Ramón Mir Brills, natural de Guisona, Lérida.

– Soldado Ramón Buades Tormo, natural de Carlet, Valencia.

– Soldado Ramón Ripollés Cardona, natural de Morella, Castellón.

– Soldado Timoteo López Larios, natural de Alcoroches, Guadalajara.

– Soldado Gregorio Catalán Valero, natural de Osa de la Vega, Cuenca.

– Soldado Marcelo Adrián Obregón, natural de Villalmanzo, Burgos.

–  Soldado Bernardino Sánchez Cainzos, natural de Guitiriz, Lugo.

Los siguientes hombres fallecieron:

– Capitán D. Enrique de las Morenas y Fossi. Natural de Chiclana (Cádiz).

– Teniente D. Juan Alonso Zayas, natural de San Juan de Puerto Rico.

– Soldado Rafael Alonso Medero, natural de Villaverde (Fuerteventura).

– José Chaves Martín

– Julián Galvete Iturmendi

– José Lafarga Abad

– Baldomero Larrode Paracuello

– Francisco Rovira Mompó.

– Juan Fuentes Damián

– José Sanz Meramendi

– Manuel Navarro León

– Marcos José Petanas

– Pedro Izquierdo Arnaíz

– Ramón Donat Pastor

– Román López Lozano

– Soldado Salvador Santamaría Aparicio. Natural de Alzira (Valencia).

¡No los olvidemos!

José Romero

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